Tarta para Gabriel

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Como cada año, el segundo fin de semana de febrero se celebra en mi pueblo la fiesta de los Quintos de la que ya os hablé este post. Y aunque todo evoluciona en esta vida, pienso que es bonito mantener las tradiciones que tienen arraigo y en concreto ésta que es tan esperada principalmente por los jóvenes que en teoría este año se incorporarían a filas. 

En esta ocasión la tarta la he hecho para Gabriel, un encantador jovencito que, entre otras buenas cualidades que tiene, aparte de guapo, toca el tambor en la banda municipal y la verdad es que es un primor oírlo tocar, en serio, me encantaría que lo escuchaseis. Sin embargo, a él lo que le apasiona de todas todas, es la batería. Aquello de coger una baqueta en cada mano y cruzar los brazos para golpear los platillos y los toms mientras va marcando el ritmo pisando el pedal del bombo…..   eso….   eso es lo que a él le gusta. Por ello, pensé que una tarta con motivo musical era lo más apropiado. Tenía muy claro cómo la quería decorar pero me faltaba un elemento que no creí fácil de encontrar y pensé que a las malas la alternativa que me quedaba era perdirla por encargo. Pero fijaros que la suerte estuvo de mi lado porque después de indagar varios días encontré lo que andaba buscando, y es que parecía que estaba esperando a que yo llegara para venirse conmigo 🙂 Se trataba de una hoja de papel de azúcar decorada con motivos de pentagrama, la cual era perfecta para lo que quería hacer. Como no era para menos y para rizar el rizo le hice una batería de música que era lo suyo. Mirad, os cuento todo el proceso

Para el bizcocho:

1 yogur natural

1 medida (del envase del yogur) de aceite girasol

2 medidas de azúcar

2 medidas de harina

1 medida de cacao puro

3 huevos “M”

1 sobre levadura química (16 g)

Para el almíbar:

1 vaso de agua

1 vaso de azúcar

Para el relleno:

500 ml nata vegetal

3 cucharadas cacao puro en polvo

Para la ganache:

300 g chocolate negro

150 ml nata 35% materia grasa

Para la cobertura:

fondant blanco

papel de azúcar decorado

pegamento comestible

Para el adorno de batería no comestible:

rulos de porespán de dos tamaños

fondant negro

pegamento comestible

alambre, tornillos, pintauñas de purpurina plateada

La víspera vamos a preparar el bizcocho para que se asiente la miga y no se rompa a la hora de cortarlo pues es muy tierno. Vamos a hacer el típico bizcocho de yogur porque sale riquísimo, es tierno y con un sabor tremendo a cacao y, sinceramente, si algo nos funciona….  porqué cambiarlo? 

Importante que todos los ingredientes estén a temperatura ambiente, parece una tontería pero no lo es, creedme. Así pues, tanto el yogur como los huevos los sacaremos de la nevera unos 20 minutos antes. Os voy a contar un truquito para cuando se nos ha olvidado sacar los huevos de la nevera, se trata de calentar agua e introducirlos en ella por cuestión de treinta segundos para que se templen. Mola a que sí?

Bien, pues batiremos por este orden: yogur + aceite + azúcar. Cuando estén integrados añadimos los huevos uno a uno, es decir, hasta que el primero no esté integrado no añadimos el siguiente. Cuando estén todos incorporados, batimos un par de minutos más para que aumenten de volumen. Tamizamos la harina junto con el cacao y la levadura y vamos añadiéndolo poco a poco a la masa mezclando con suavidad. Mirad, para que nos queden los bizcochos muy muy tiernos, cuanta menos cantidad de masa haya en el molde mejor, tarda menos tiempo en hacerse, sube más y el resultado es un bizcocho esponjoso. Por ello, yo lo que suelo hacer es dividir la masa en dos y hornear primero un bizcocho y después el otro. Engrasamos el molde y forramos la base y las paredes con papel vegetal. Así nos aseguramos un desmoldado perfecto.  

Vertemos la masa en el molde y llevamos al horno precalentado a 175ºC con calor arriba y abajo y horneamos durante unos  30´ aprox. Comprobamos pinchando con una brocheta en el centro y si está cocinado lo retiramos del horno, dejamos reposar 15 minutos, desmoldamos y envolvemos en film para que no pierda humedad ni  jugosidad. Lo reservamos a temperatura ambiente hasta el día siguiente. Repetimos la operación con el siguiente bizcocho. 

La víspera vamos a preparar también el almíbar para emborracharlos. Para ello pondremos a calentar el agua junto con el azúcar y cuando alcance el punto de ebullición lo dejamos hervir  de 2 a 3 minutos a fuego medio-alto. Retiramos,  dejamos enfriar y guardamos en un tarro de cristal.

Al día siguiente, con ayuda de una lira o de un cuchillo de sierra dividimos cada uno de los bizcochos en dos y pincelamos cada capa con almíbar.

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Como veis, cada capa de bizcocho lleva clavado un palillo. Los he puesto antes de cortarlos y así a la hora de hacer el montaje nos servirán de guía y la tarta quedará mejor nivelada. Es un recurso que se suele utilizar para cuando hemos cortado el bizcocho con cuchillo y nos hemos torcido. En este caso al cortarlos con una lira no hacía falta porque quedan perfectos, pero quería enseñároslo por si os ocurre.  

Antes de continuar vamos a preparar la ganache  de chocolate pues necesita su tiempo de enfriado hasta que adquiera una textura untable tipo crema de cacao. Para ello, vamos a trocear pequeñito el chocolate y lo dejamos en un cuenco amplio. Calentamos la nata y justo en el momento de hervor retiramos y vertemos sobre el chocolate. Lo dejamos sin tocar durante un minuto y a continuación con una varillas lo vamos mezclando hasta que estén bien integrados. Tapamos con film a piel para que no se forme costra  y dejamos enfriar un par de horas más o menos. No la vamos a guardar en el frigo porque endurecerá demasiado y será imposible trabajarla después. Si queremos acelerar el proceso podemos meterla un ratito  pero siempre controlando el punto de textura que os he indicado, que es el que nos interesa.

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A continuación prepararemos la trufa. Para ello, tamizamos el cacao sobre la nata muy muy fría, lo mezclamos bien y comenzamos a montar con unas varillas eléctricas. Al tratarse de nata vegetal no tenemos el problema de que se nos corte, es la ventaja de esta nata. Aún así, tampoco es caso de pasarse y dejarla muy dura. Cuando veáis que tiene consistencia paráis de batir. Nos os preocupéis porque no se va a bajar como ocurriría con la nata común. Se va a mantener estable todo el tiempo. Otra ventaja de esta nata es que no necesita conservación en frío lo cual nos viene de perlas ya que la tarta de hoy no podemos refrigerarla pues tanto el fondant como el papel de azúcar con los que va cubierta se humedecerían, el fondant se tornaría pegajoso y chicloso y el dibujo del papel de azúcar se emborronaría, es decir…. un desastre total.

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Comenzamos extendiendo trufa por la primera capa de bizcocho. Yo lo he hecho con manga pastelera pues así me aseguro de que cada capa lleve la misma cantidad. No es necesario utilizar boquilla, pero me apetecía poner una rizada 🙂

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Colocamos el segundo bizcocho y repetimos la operación y así hasta terminar con todos. El excedente de trufa que sobresalga por los bordes lo extendemos con la espátula por todo el contorno. Llevamos la tarta a la nevera hasta el momento en que nuestra ganache esté lista para utilizar.

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Retiramos la tarta del frigo y la cubrimos totalmente con ganache. Mi última adquisición en cacharritos como me dicen en casa 🙂 han sido dos discos acrílicos que se han de colocar uno en la base y el otro sobre la superficie de la tarta. Nos facilitan la tarea.

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A continuación con una paleta alisadora o un scraper iremos alisando la tarta todo lo que podamos. Nos resultará más cómodo si la tarta la colocamos sobre una base giratoria. El modo de hacerlo es colocando el scraper en ángulo de 90º respecto del lateral de la tarta, aguantarlo con la mano sin mover e ir girando la base.

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Llevaremos a la nevera durante 1/2 hora para que endurezca y se seque un poco para poder colocar el fondant sin problemas. Y es que su mayor enemigo es la humedad.

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Llevaremos a la nevera durante 1/2 hora para que endurezca y se seque un poco para poder colocar el fondant sin problemas. Y es que su mayor enemigo es la humedad.

Cubrir las tartas con fondant tiene su técnica. Sinceramente no es mi especialidad pero hasta ahora me he defendido a mis uñas. Hay que practicar y practicar…. y la falta de tiempo juega en mi contra. De todos modos con lo obstinada que soy, no pararé hasta conseguirlo y si no ya lo veréis 🙂 Pero en la tarta de hoy me voy a permitir forrarla utilizando otro sistema más sencillo y quiero enseñároslo. Así, para quienes como a mí, se les apodera la situación puedan ver un poquito de luz en esto. Mirad se trata de hacerlo en dos tiempos. Por un lado vamos a forrar la  parte superior recortando un círculo del tamaño del diámetro de la tarta. Para estirar al fondant vamos a utilizar un rodillo especial, no sirve el de madera porque se nos quedará pegado.  Previamente habremos espolvoreado un poco de harina de maíz sobre la superficie de trabajo para evitar que se adhiera. Con el rodillo lo estiramos dejándolo de un grosor de unos 6 mm aprox. Tomamos la medida y recortamos una circunferencia. 

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Colocamos sobre la tarta y con una paleta la alisamos para se pegue a la ganache.

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 A continuación tomamos la medida del contorno y la altura y recortamos una tira de fondant de esa medida.

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La colocamos alrededor de la tarta y con las manos vamos a unir los extremos alisándolos para que se note lo menos posible.

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Las hojas de papel de azúcar suelen ser de tamaño estándar. En este caso vamos a utilizar dos y un trocito más. Previamente a colocarlas volveremos a tomar la medida de la altura  y el contorno de la tarta ya que habrá aumentado algún centímetro con el fondant. Recortamos el papel de azúcar y con un pincel untamos ligeramente el pegamento comestible por el reverso.

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Lo colocamos inmediatamente sobre el fondant y lo adaptamos sin manipularlo demasiado. Procurad no manchar el dibujo con el pegamento porque la tinta se emborrona. Me encanta como queda.

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Tengo que confesaros que en el caso de esta tarta que iba a estar forrada con papel de azúcar, debí haber invertido el orden a la hora de poner el fondant pues de esa manera en la parte de arriba no se notaría la junta. Pero con las prisas no caí en ello. Ufff…. qué rabia me dió!!! Pero como siempre digo, no somos perfectos y cuando hay un problema lo más inteligente es buscarle una solución. Así que tirando de pensamiento rápido, la única alternativa que tenía era disimularlo colocando unos discretos sprinkles que por suerte tenía en casa. Y la verdad es que me gustó como quedó.

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Los adornos los preparé con varios días de antelación. La base está forrada con fondant y embellecida por todo el contorno con un lazo de raso. Las letras son de cartulina.

La batería de música no está hecha para comer, pues yo sabía que Gabriel la querría guardar de recuerdo. Por tanto utilicé elementos tales como porespán, fondant negro, tornillos, alambre y pintauñas de purpurina.

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Este fue el resultado de la manualidad.

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Con la tarta ya terminada, lo único que quedaba por hacer era empaquetarla y viajar 500 km para llegar a destino y entregársela. Por suerte no hubo incidentes, llegó en buen estado, la recibió con mucha ilusión y por lo visto, según me dijeron después, estaba muy rica. Y yo que me alegro!! 🙂

Os espero aquí la semana que viene, no me falléis! Un beso

Ali

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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