
No sé vosotros, pero yo es oír esta canción e inmediatamente comenzar a tararearla y a mover el cuerpo. Y es que tiene un letra y un ritmo tan pegadizos que invita a bailar, da igual si eres vergonzos@ o no, sin que te des cuenta terminas por mover los pies. Y además es algo contagioso! No me digáis que no. Ha sido una de las canciones más sonadas del pasado verano y lo que te rondaré morena.
Y cuántas veces nos habremos hecho esa pregunta verdad: Qué hubiera sido si…… si hubiera aceptado aquel empleo… si hubiera comprado lotería en aquella administración…. si hubiera cogido aquel vuelo…. si hubiera estudiado más para el examen…. si hubiera hecho aquella llamada….. El tema está en que todo esto lo decimos cuando ya conocemos el resultado de nuestras decisiones e incluso de las de los demás porque claro a toro pasado somos muy valientes todos…. Y luego nos pasa que muchas veces nos atormentamos imaginando lo que podría haber sido, es inevitable. La pena de esto es que nunca lo sabremos y tampoco podemos volver para atrás para cambiarlo. Total que no nos queda otra que aceptar, aprender de los errores y seguir hacia adelante aunque nos duela.
Lo que yo sí tengo claro es qué hubiera sido si para celebrar el cumpleaños de Ainara le hubiera preparado una tarta de un personaje distinto al que ella pidió, su cantante favorita. Evidentemente, a sus ocho años de edad no sería raro que se llevara una desilusión. Y eso su tía no lo iba a permitir. Con lo cual, solo por ver su carita de felicidad ya merecía la pena el trabajo.
Os cuento cómo hacerla.
Para hacer esta tarta vamos a hacer 3 bizcochos que luego dividiremos en dos cada uno tras retirar el copete para así lograr 6 capas.
Ingredientes para cada bizcocho: molde de 15 x 7 cm:
130 g harina
3 huevos “M” a temperatura ambiente
50 g cacao puro en polvo
15 g levadura química
140 ml aceite girasol
200 g azúcar
1 yogur griego natural
Para relleno de trufa:
1 l nata vegetal muy fría
4 c/s colmadas de cacao puro en polvo
Para la buttercream de merengue suizo de chocolate blanco:
150 g clara de huevo
300 g azúcar glass
450 g mantequilla a temperatura ambiente
200 g chocolate blanco de cobertura
Para las decoraciones:
Impresión comestible en papel de azúcar
Un trozo de fondant blanco
200 g chocolate blanco de cobertura
Colorantes liposolubles negro y rosa
Hilo de coser negro
Otros:
almíbar: 1 vasito agua + 1 vasito azúcar + 1 rama canela
Precalentamos el horno a 175ºC con calor arriba y abajo. Comenzamos con el bizcocho. En un recipiente amplio ponemos el yogur, el aceite y el azúcar y batimos enérgicamente con unas varillas eléctricas hasta que estén bien mezclados. Añadimos los huevos de uno en uno, es decir, hasta que no esté bien integrado el primero no añadimos el segundo y el tercero.
Para finalizar, tamizamos la harina junto con el cacao y el bicarbonato y ahora con unas varillas de mano los vamos incorporando hasta que estén integrados. No hay que sobrebatir.
Engrasamos el molde y ponemos en la base un disco de papel vegetal. Espolvoreamos harina por las paredes y eliminamos el sobrante. Vertemos la masa, le damos un golpe a la base contra la encimera y así eliminamos burbujas del interior. Introducimos en el horno a media altura y horneamos durante 50-55´ dependiendo de cada horno. Comprobaremos la cocción clavando una brocheta en el centro y si sale limpia, apagamos, retiramos el molde del horno y esperamos 10´ antes de desmoldar. Lo sacamos del molde y dejamos enfriar sobre una rejilla.
El bizcocho ha de estar frío por completo antes de rellenar con la trufa por lo que es preferible hacerlo la víspera y envolverlo en film para evitar que se reseque. Repetimos la operación con los otros dos que nos quedan. Dejaremos preparado un almíbar que haremos poniendo a hervir a fuego medio-alto el agua con el azúcar y la rama de canela durante 1 minuto. Apagamos y guardamos en frasco de cristal.
Una vez frío dividimos cada bizcocho en dos discos de 2,5 cm cada uno.

Para hacer el relleno de trufa vamos a tamizar el cacao sobre la nata vegetal que ha de estar muy muy fría y batimos con varillas eléctricas hasta lograr una consistencia firme y estable pero no muy dura para que nos resulte fácil de extender sobre los bizcochos. Como veis no vamos a incorporar azúcar a la trufa porque la nata vegetal ya viene endulzada. El cacao al ser amargo contrarresta el dulzor y el resultado es una trufa riquísima, casi os diría que mejor que hecha con nata común. La nata vegetal tiene la ventaja de que nunca se corta por mucho batido que lleve. Se mantiene estable desde el primer momento sin perder estructura. Y una vez montada no necesita conservación en frío, por lo que es ideal para utilizar en dulces que van a ser expuestos a temperatura ambiente. En resumidas, es una maravilla. Por ponerle un pero, ya viene endulzada, lo cual nos condiciona un poco. El sabor no tiene nada que ver con la nata común y si tengo que escoger, prefiero esta última, pero para hacer trufa nos viene fantástica la nata vegetal por todo lo que os he comentado. También la podemos aromatizar con saborizantes o siropes…..

Comenzamos con el montaje de la tarta. Sobre una base giratoria ponemos el primer disco de bizcocho. Humedecemos ligeramente con el almíbar y extendemos una capa generosa de trufa.

Colocamos el segundo y repetimos operación hasta terminar con todos. Llevamos a la nevera para que tome consistencia.

Mientras tanto, vamos a preparar la buttercream de merengue suizo de chocolate blanco. Para ello, vamos a necesitar una batidora eléctrica que tenga el accesorio de varillas para batir y también el de pala para mezclar. Si no tenemos el accesorio de pala lo haremos todo el tiempo con varillas eléctricas pero debéis saber que se formarán muchas burbujas en la crema y eso afectará a la cobertura de la tarta. Siento decíroslo, pero es así.
Dicho esto, vamos a dejar preparados los ingredientes para ir utilizándolos según sea el momento. Así pues, lo primero que haremos será fundir el chocolate para que vaya enfriando. Para ello, lo troceamos en pequeñito y lo derretimos en el microondas en intervalos de 40 seg. removiendo cada vez. Necesitamos que la mantequilla esté blanda, es decir, que podamos hundir el dedo en ella (nunca derretida) por tanto la sacaremos del frigo con suficiente antelación, sobre todo ahora en invierno. Incluso os diría de dejarla fuera del frigo la noche anterior (si es que la vais a preparar por la mañana) y dejarla sobre la encimera de la cocina alejada del radiador. En verano con que la saquemos 15´ antes bastaría. Depende del clima de vuestra zona.
Comenzamos con el merengue suizo. Vamos a poner las claras y el azúcar en un cazo y lo llevamos al baño María a fuego medio para pasteurizarlas y evitar así riesgos de intoxicación por salmonela, sobre todo si la hacemos en verano. El cazo con las claras no ha de tocar nunca el agua caliente para evitar que se cuajen. Hemos de remover constantemente la mezcla hasta que al comprobar con las yemas de los dedos no notemos los granillos de azúcar. Es un proceso que nos llevará pocos minutos. Cuando el azúcar ya se haya disuelto vertemos la preparación en caliente sobre el bol de la batidora, ponemos el accesorio de varillas y dejamos que monten las claras hasta que se forme un merengue firme, brillante y que forme picos estables.

El merengue ha de estar a temperatura ambiente antes de añadir el mantequilla o ésta fundirá y aquello parecerá una sopa. Lo comprobaremos tocando el bol, si vemos que todavía está caliente podemos acelerar el proceso de enfriado frotando el recipiente con una bolsa de aquellas de gel que se ponen en el congelador. Una vez que el merengue está a temperatura ambiente, paramos la máquina, cambiamos el accesorio de varillas por el de pala y la ponemos a funcionar de nuevo a velocidad media-baja. Vamos añadiendo trozos de mantequilla de poco en poco dejando que se integre y finalmente sin apagar la máquina vamos agregando el chocolate blanco en forma de hilo. Una vez que haya tomado cuerpo y consistencia subimos un punto la velocidad y batimos unos segundos más hasta que tenga un aspecto cremoso y suave. Puede ocurrir que en el momento de añadir la mantequilla si el merengue no ha enfriado lo suficiente la crema adquiera una textura como si estuviera cortada. Tranquilos, tiene remedio, llevamos el recipiente a la nevera un ratito para que se igualen las temperaturas, retiramos y continuamos batiendo hasta conseguir una crema sedosa y fina.

Extendemos una capa de buttercream por toda la tarta, para sujetar la miga. Con la paleta alisadora retiramos el excedente de crema y la dejamos lisa. La llevamos a la nevera a endurecer. Pasada una 1/2 hora retiramos del frigo y damos una segunda capa de buttercream, esta vez más generosa. Para lograr ese efecto acuarela gris-blanco vamos a utilizar una pizca de colorante negro y con ayuda de un palillo hacemos algunas marcas por diferentes zonas de la tarta. Ahora, con la paleta y ayudándonos de la base giratoria vamos a ir alisando la tarta. Siempre digo que esta parte es como trabajo de albañilería, ya que hemos de pasar la paleta hasta que nos quede la tarta lisa tanto por el contorno como por la parte superior.

No desesperéis si al principio no os queda como os gustaría, todo es práctica. Una vez que la tenemos totalmente cubierta y lisa la llevamos a la nevera, no porque necesite frío sino para que coja firmeza y podamos traspasarla más fácilmente a la base de presentación.
Vamos ahora con las decoraciones. Vamos a utilizar una impresión comestible en papel de azúcar con la imagen del personaje. Se trata de una especie de oblea de sabor avainillado. En este caso la he encargado personalizada a una web de repostería. Si esta impresión la colocásemos directamente sobre la tarta, se humedecería perdiendo la forma. Para evitar eso vamos a estirar muy fino un pedazo de fondant blanco y pegaremos la impresión con un pelín de agua que extenderemos con un pincel.

En cuanto a las esferas de chocolate blanco las vamos a preparar con unos días de antelación y así nos quedamos tranquilos, no sabemos si a última hora tendremos algún contratiempo. Vamos a necesitar dos moldes de silicona de semiesferas de dos tamaños. Para que el chocolate se desprenda bien del molde, para no se derrita en nuestras manos y para que quede crujiente al morder, hemos de atemperarlo. Hay varias técnicas pero hoy vamos a emplear la más fácil y a la vez la más limpia. Podéis consultar aquí cómo atemperarlo, teniendo en cuenta que las temperaturas para chocolate blanco son las siguientes: Fundido a 42ºC – Enfriado a 26ºC -Calentado a 29ºC
Una vez tenemos el chocolate atemperado, le añadimos el colorante de poco en poco hasta lograr el color deseado y removemos bien para unificarlo. Ya podemos verter en el molde de semiesferas. Haremos de una en una. Rellenamos la cavidad hasta la mitad y vamos girando para cubrirla toda. Volcamos para eliminar el sobrante sobre un plato ya que ese chocolate lo reutilizaremos. Continuamos con todas las que queramos hacer. Es mejor hacer de más, siempre se rompe alguna. Llevamos el molde al frigo a solidificar, retiramos y le damos una segunda capa fina de chocolate. Dejamos endurecer. Sacamos las semiesferas y para unirlas vamos a calentar una sartén antiadherente. Cogemos cada semiesfera con una mano (con guantes para no dejar huellas) Las colocamos boca abajo y con un movimiento rápido las pegamos entre ellas. Y dejamos secar.

Retiramos la tarta del frigo, la trasladamos a la base de presentación y colocamos las decoraciones. El papel de azúcar se pegará a la tarta sin problemas si lo sujetamos suavemente unos segundos. Cortamos unos hilos y los llevamos desde la mano del personaje hasta el borde de la tarta. Finalmente vamos a ir colocando las esferas pegando unas con otras con un puntito de chocolate blanco. Sujetamos las esferas mientras se pegan. Ya os adelanto que es trabajo delicado. A mí se me rompieron cuatro.
Pues ya la tendríamos terminada. En este caso no he podido hacer foto del corte pero ya os hacéis una idea, verdad?
Hasta la próxima
FELIZ CUMPLEAÑOS AINARA!!!
Ali
