Arroz con leche cremoso

Antes de nada una cosita: que se pongan a la derecha los que sufren de impaciencia. Y a la izquierda los que se toman la vida con tranquilidad. Era de esperar… Si es que vivimos una época en la que parece que nos hemos vuelto enemigos de la lentitud, que tenemos obsesión por la rapidez, que comemos rápido, hablamos rápido, que apenas nos paramos a reflexionar, que no tenemos espera en la cola del super,  que nos inquieta que alguien tarde en arrancar cuando el semáforo se pone en verde, una sociedad en la que todo es urgente, todo lo queremos para “YA” y en la que… si os fijáis, aunque andamos siempre corriendo tenemos la sensación de no llegar a todo y eso nos frustra. Lo curioso es que este ritmo frenético es contagioso, pues desde que alguien dijo aquello de que “El tiempo es oro” no nos permitimos perderlo y hacemos demasiadas cosas a la vez para terminar cuanto antes en lugar de dedicarle el tiempo necesario a cada una de ellas. Y para colmo nos sentimos orgullosos pensando fíjate cuántas cosas he hecho en una hora! sin darnos cuenta de que eso nos lleva a querer abarcar más y más sin reparar en que nuestra capacidad tiene unos límites. Y qué pasa entonces? que nos sentimos sobrepasados y abrumados pues no somos máquinas, ni siquiera las máquinas pueden con todo, llega un punto en el que se bloquean y has de hacerles un reset.

Por eso yo, que me quiero mucho, de un tiempo a esta parte he bajado una marcha la velocidad y vengo practicando el arte del saber esperar. Creo que la impaciencia debería darse en las escuelas como una asignatura más para ayudar a las futuras generaciones a gestionarla, de lo contrario van a sufrir muy mucho. El dejar que las cosas sigan su ritmo, sin forzar situaciones y sobre todo no adelantarse a los acontecimientos, costumbre habitual en los humanos: el poner el parche antes de que se pinche la rueda… Esperar con paciencia a que todo suceda a su debido tiempo, sobretodo cuando no depende de nosotros. Por poner un ejemplo, por mucho que nos inquietemos no va a anochecer antes, así que lo único que podemos hacer es esperar a que ocurra y mientras tanto alegrarnos la vista con el precioso atardecer. Mejor eso, que andar mordiéndonos las uñas ansiosos porque no anochece, no creéis?

Desde luego no es tarea fácil, pero tampoco es imposible, solo hay que echarle ganas al asunto. Por ello, hoy os pongo a prueba con una receta para la que se necesita una gran dosis de paciencia: un arroz con leche cremoso. El secreto para que nos quede así está en cocinarlo lentameeeeeente, a fuego suave y removiéndolo a menudo con cuchara de madera (a ser posible) con mucho mimo para que el arroz vaya soltando poco a poco el almidón que actuará de espesante y coagulante. Si lo cocinamos con prisas y a fuego alto, el resultado, en el mejor de los casos, será una sopa de leche con arroz y a mí…. pues como que no. Otra de las claves del éxito es elegir un buen arroz ya que no todos valen para lo mismo, el de grano largo aquí queda totalmente descartado. Si me pedís opinión, os recomiendo utilizar arroz bomba ya que tiene gran capacidad de absorción y una vez cocinado no se rompe, sino que se abomba (de ahí su nombre) queda enterito, no se apelmaza y en boca tiene una textura aterciopelada. En cuanto a la leche, ésta debe ser entera ya que tiene mayor contenido en grasa facilitando así el resultado cremoso. Ah! y preferiblemente fresca, que le da mejor sabor. Incluso si me apuráis podemos sustituir una pequeña parte de la leche por nata líquida. Ahí lo dejo… Que sí….. que es más calórico, eso ya lo sé, pero es que queda taaaaan sumamente rico….. y además pensad una cosa, siendo un postre la ración suele ser pequeña y tampoco nos va a suponer tanto, siempre y cuando no nos dé por repetir claro, pero eso ya es cosa de cada uno, ahí sí que no me hago responsable ejjejj.. 😉 A la hora de prepararlo cada maestrillo tiene su librillo. Mirad, hay quien deja remojando el arroz previamente durante unas horas en agua antes de cocinarlo para hidratarlo. Hay quien lo precocina con agua y a continuación con leche. Y luego estamos los que lo cocinamos únicamente con leche. Cualquiera de ellas es válida siempre y cuando el resultado sea bueno.  

Insisto nuevamente en que es un postre que necesita dedicación, no es aquello de echar todos los ingredientes en un cazo al fuego, programar el tiempo y dedicarte a otras tareas, no. Eso solo lo podemos hacer con un robot de cocina. Para que nos quede de diez no nos queda otra que prestarle toda nuestra atención. Y mirad, llegados a este punto os cuento que para poder controlar en todo momento el punto de cocción del arroz así como lograr la cremosidad que deseamos, lo ideal es cocinarlo como si de un risotto se tratase. Es decir, poner a cocer el arroz con 1/3 parte de la leche y, conforme ésta vaya mermando, iremos añadiendo leche caliente de poco en poco. Pero casi que mejor os lo voy contando por pasos. Mirad, necesitamos:

Ingredientes (para unas 6-7 raciones):

100 g arroz bomba

1200 ml leche entera (mejor si es fresca)

90 g azúcar + extra para caramelizar

30 g mantequilla

piel de 1/2 limón

1 ramita de canela

Para su elaboración vamos a necesitar dos cazos. En uno de ellos vertemos unos 400 ml de leche (del tiempo o fría, no caliente), añadimos el arroz y lo ponemos a cocinar a fuego medio. En el otro cazo ponemos a calentar el resto de la leche junto con la ramita de canela y la corteza de limón (ya sabéis sin la parte blanca que amarga) y en cuanto alcance el punto de ebullición bajamos al mínimo para mantenerla caliente. En cuanto el arroz empiece a hervir, bajamos la temperatura, dejando que burbujee suavemente, removiendo todo el tiempo con mucha delicadeza. A medida que vaya mermando la leche iremos añadiéndole de la que teníamos reservada caliente, hasta terminar con toda.

Insisto en que hay que remover constantemente y con calma pues como os decía al principio, de esta manera el arroz va a soltar todo el almidón y junto a la leche va a formarse una especie de gel. Es maravilloso. Me encanta.

Al cabo de 45 minutos desde que lo pusimos a hacer (no desde que comenzó a hervir) nuestro arroz ya estará cocinado (nos aseguramos). Será momento de añadir el azúcar, remover y dejar que se cocine 5 minutos más. Retiramos del fuego, añadimos la mantequilla, removemos hasta integrarla. Una vez retirado del fuego seguirá cocinándose con el calor residual y al enfriar espesará, por lo que recomiendo que no ahorréis en leche y uséis toda la que os indico para que al enfriar resulte cremoso y sedoso al paladar. Si lo queréis más ligero podéis añadirle unos 50 ml más, es cuestión de gustos.

Una vez cocinado pasamos el arroz a los recipientes individuales y cubrimos con film transparente. Cuando hayan enfriado por completo los llevamos al frigo hasta la hora de consumirlos.

El toque final se lo vamos a dar espolvoreando la superficie con canela o como en este caso, al estilo asturiano, espolvoreando azúcar en grano y quemándola con un soplete de cocina o quemador para lograr esa costra caramelizada que tanto nos gusta a algunos.  

Si habéis tenido paciencia, lo vais a disfrutar enormemente, creedme. Os aseguro que una vez probéis el casero, no querréis volver a comer otro.

Hasta la próxima.

Ali

CONSEJOS y SUGERENCIAS:

*Podemos añadirle anís estrellado a la cocción o 1/2 copita de anís al final de la cocción, como lo hacen en Asturias. Riquísimo.

2 comentarios sobre “Arroz con leche cremoso

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