Estamos en plena temporada de fresas y hay que aprovecharla. Hoy os traigo una mermelada que no tiene nada que envidiar a la más gourmet. Totalmente natural, por no llamarla ecológica, ya que no lleva ningún tipo de conservante ni colorante artificial. En la actualidad está muy en boga y es satisfactorio ver su resultado final. Es como que dices “esto lo he hecho yo?” Es una manera de aprovechar la fruta y de controlar la cantidad de azúcar a utilizar.
Necesitamos:
1 kg de fresas
400 g de azúcar
1 limón.
Retiramos las hojas de las fresas, las lavamos y escurrimos. Seguidamente las vamos a trocear y ponemos a macerar en un bol junto con el azúcar y el zumo de limón durante un par de horas. Esto hará que el azúcar se disuelva y la fresa suelte su jugo. Pasado ese tiempo lo echamos todo en un cazo y cocemos a fuego moderado durante 1 y 1/4h removiendo de vez en cuando para evitar que se pegue al fondo.
Veréis que durante el proceso comienza a espumar. Es normal. Enseguida empezará a tomar cuerpo y espesor por la acción de la pectina de la fruta.
Para saber si está en su punto cogeremos una cucharada de mermelada y la dejaremos caer. Si veis que esta demasiado líquida la dejáis cocer unos minutos más. Pero siempre pendientes de que no quede demasiado espesa porque al enfriar queda más compacta.
La verdad es que es una delicia. Si no la vais a consumir en los días siguientes, lo ideal es conservarla al baño María, ya sabéis, llenáis los tarros, previamente esterilizados, prácticamente hasta arriba, los cerráis herméticamente y los metéis en una olla llena de agua hasta cubrir los tarros por completo y cocéis durante 20 minutos. Dejáis enfriar dentro del agua. Y listo.
Sólo de pensar en esa tostada de pan rústico untada de mantequilla y mermelada se me hace la boca agua. Qué le voy a hacer si soy golosa!!