Desde que se ha levantado el estado de alarma y nos encontramos en la nueva normalidad en la que ya podemos desplazarnos entre comunidades, quien más y quien menos ha hecho todo lo posible por reencontrarse con sus seres más queridos. Qué largo se nos ha hecho a todos verdad? y es que parecía que no iba a llegar nunca este momento….. En mi familia esa necesidad se vio aumentada porque, por desgracia, mi madre tuvo la mala fortuna como tantas y tantas otras personas de padecer el COVID-19. Escuchamos las noticias y lo vemos de lejos creyendo que esto no nos puede pasar a nosotros. Sin embargo la probabilidad está y en el caso de esta pandemia que nos ha roto el corazón viendo cómo se generaban infinidad de contagios y bajas, ha sido una gran suerte para los que, de momento, nos hemos librado de ella. Una enfermedad que no ha hecho distinción entre razas ni clases sociales…… que nos ha hecho cambiar nuestros hábitos, que nos ha vuelto más humanos, sacando lo mejor de nosotros mismos con nuestra solidaridad, ayudas y muestras de apoyo y cariño. En definitiva, nos ha recordado que la unión hace la fuerza. Con el confinamiento en nuestras casas hemos aprendido a valorar muchas más cosas que, por ser costumbre, la mayoría ya pasaban inadvertidas, nos hemos comunicado más con nuestros allegados…. esa es la parte positiva. La negativa, el horror diario de ver cómo aumentaba el número de víctimas a lo que se sumaba la incertidumbre de hasta dónde llegaría todo esto.
Nosotros hemos tenido la inmensa suerte de que mi madre ha salido de ésta, pese a la gravedad del asunto y lo duro que fue no poder estar a su lado en el hospital donde, por cierto, fue atendida magníficamente bien, mejor ya era imposible. Desde aquí mi más sincera gratitud a todo el equipo sanitario.
Así que, por su magnífica recuperación y porque por encima de todo hay que celebrar la vida, nos hemos reunido junto a ella para festejarlo como la ocasión se merece. Y como no……. con una deliciosa tarta para endulzarnos aún más si cabe el reencuentro. Os cuento cómo hacerla.
Para la tartaleta:
150 g harina
150 g galleta oreo triturada (sin el relleno)
150 g mantequilla fría en dados
75 g azúcar
1 huevo
2 cdas agua muy fría
Para el puré de frutos azules:
100 g moras
100 g arándanos
50 g azúcar
unas gotas zumo limón
Para el relleno:
400 g queso mascarpone
150 ml nata 35% materia grasa
100 ml leche entera
6 hojas de gelatina
el puré de frutas
120 g azúcar
Comenzamos preparando la masa quebrada para la tartaleta. Podemos hacerla tanto a mano como en amasadora con el accesorio de pala. Para ello vamos a poner todos los ingredientes en un bol amplio y amasamos lo justo hasta que cohesionen y se pueda formar una bola. Envolvemos en film y llevamos a la nevera a enfriar durante 1/4 h, no más porque se endurece demasiado y después cuesta estirarla
A continuación engrasamos el molde y espolvoreamos con cacao. Entre dos papeles de hornear estiramos la masa dejándola con un grosor de unos 4 ó 5 mm. La forma fácil de colocarla sobre el molde es enrollándola sobre el rodillo y desenrollarla encima del molde procurando centrarla. Con las manos la vamos acomodando y el exceso que sobresalga lo cortamos con un cuchillo. Pinchamos la base para que la masa no se infle. Aun así, le vamos a añadir peso colocando unas legumbres encima. Pero primero pondremos papel vegetal para que no se incrusten en la masa durante el horneado.
Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Mientras alcanza la temperatura metemos la tartaleta en la nevera para que se mantenga fría antes de hornearla. Este paso es importante para que la mantequilla no se derrita pues es lo que le va a proporcionar esa textura quebradiza y crujiente a la masa. Una vez que ya la tenemos horneada la dejamos enfriar por completo en el propio molde.
A continuación vamos a preparar el puré de frutas. Para ello, ponemos en un cazo las moras, los arándanos, el azúcar y las gotas de zumo de limón. Llevamos al fuego medio-alto y dejamos cocinar durante 10 h. Seguidamente y en caliente pasamos esa especie de mermelada por un colador tupido para retirar las semillas de las moras. Dejamos enfriar y reservamos el puré hasta el momento de utilizarlo.
Seguimos ahora con el relleno. Para ello comenzamos, por un lado, hidratando las hojas de gelatina en agua muy fría. Por otro lado, montamos la nata hasta que que quede semimontada, no hay que sobrebatirla. Batimos el queso mascarpone para aligerarlo un poco y poder trabajarlo mejor. Calentamos la leche. Escurrimos las hojas de gelatina y las añadimos a la leche caliente removiendo con unas varillas hasta que veamos que se han integrado por completo y dejamos enfriar. A continuación añadimos a la gelatina el puré de frutas y el queso mascarpone y mezclamos enérgicamente. Es importante que tanto el queso como el puré de frutas tengan una temperatura similar a la de la leche con la gelatina ya que si ésta tiene una temperatura superior se formarán grumitos de gelatina nada agradables al paladar. Pero tranquil@s, si os ha pasado ésto no os preocupéis porque batiéndolo con la batidora de cuchillas lo arreglamos. Finalmente añadimos la nata y mezclamos con movimientos envolventes. Vertemos la mezcla sobre la tartaleta y, si es necesario, con una espátula alisamos la superficie.
Llevamos la tarta a la nevera un mínimo de 4 horas para que adquiera consistencia. Lo ideal es dejarlo preparado la víspera y al día siguiente lo único que quedará por hacer será adornarla. Retiramos la tarta del molde y decoramos con los frutos azules.
Si me preguntan juras o prometes decir verdad…… yo digo juro que esta tarta está de muerte. El relleno es de una textura suave y aterciopelada que en combinación con el crujiente de la tartaleta la hacen extremadamente deliciosa.
Si os gustan los frutos azules esta tarta os va a encantar. Para apreciar mejor el sabor y la textura os recomiendo sacarla 10 minutos antes de la nevera.
Y esto es todo por hoy. Desde este otro lado de la pantalla pediros que os cuidéis, que aunque ya tenemos más libertad de movimientos hemos de seguir tomando las mismas precauciones, pues esto aún no ha terminado. Pensad que cada día que pasa es uno menos para lograr la normalidad absoluta pero para eso hemos de hacer el caminito tod@s a una 😉
Hasta la semana que viene. Besos virtualeeeeeees.
Ali
Que cosa más bonita Ali!!! Me encanta el colorido y como la has decorado. A ver si busco tiempo si se la hago a mi mami que seguro que le va a encantar.
Muy kuki!!! Un besazo guapísima!!!
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Gracias Isa wapa. Me alegra que te guste. Te animo a que la hagas, está riquísima, es ligera y lo mejor de todo es que es una tarta fría que apetece muchísimo cuando apreta el calor. Un abrazo!!!!
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