Buñuelos del Empordà

Hoy tengo yo antojito de buñuelos. Y es que ya sabéis que desde que comenzó la Cuaresma, cada miércoles y cada viernes estas delicias ganan protagonismo en los aparadores de las panaderías y pastelerías. Que cuántas veces, de esas que vas a por el pan sin haber desayunado todavía, he estado tentada a decirle a la dependienta: por favor, ponme unos cuantos para probarlos,  por no decirle  ponme un kilo que es lo que realmente quiero. Pero me contengo porque me conozco y sé lo que pasa, que me los zamparía todos de una atacada, así….  sin piedad y si puede ser con un chocolatito a la taza mejor que mejor. Qué le voy a hacer…. si es que son mi perdición!  y una que es débil pues ya me contarás. Total que hoy, al igual que los otros días, me he vuelto por donde he venido, con mi barra de pan y sin los buñuelos pero con la ilusión de que el próximo día caerán fijo.  Lo que pasa es que la espera desespera y como los psicólogos dicen que el deseo reprimido puede crear tristeza, frustración y ansiedad…..  quién soy yo para contradecirlos? Sabrán más ellos…. que para eso han estudiao… En resumidas, que he visto que tenía en casa los ingredientes necesarios y me he liado a hacer buñuelos como si no hubiera un mañana. Ya me encargaré después de quemarlos con unos largos de piscina y unas sentadillas, pero de momento no me quedo con las ganas no vaya a ser que me traume como dicen los adolescentes. Y es que unas Pascuas sin buñuelos qué queréis que os diga… pues que es como una boda sin novios… o no?

De buñuelos los hay de varias clases. Quizá los más conocidos sean los de Viento y los de Cuaresma, que son prácticamente iguales con la diferencia que estos últimos además se aromatizan con vino blanco, anís en grano y ralladura de limón o naranja. Al ser huecos por dentro hay la posibilidad de rellenarlos con crema, nata, trufa…. o sin rellenar, simplemente rebozados en azúcar.  Hoy os traigo los de la comarca del Empordà en Girona, que son un estilo totalmente diferente, éstos no son huecos. Una vez fritos se les da un baño en almíbar de anís y se rebozan en azúcar. Su textura es similar a la de las berlinas. Os podéis hacer una idea de cómo están. A mí me tienen loquita. El tema es que requieren más tiempo de preparación ya que se elaboran con levadura fresca y la masa tiene que levar, pero merece realmente la pena aunque solo sea por una vez. La forma clásica es circular con agujero en medio, como si fueran rosquillas pequeñas,  pero a mí hoy me apetecía hacerlos sin agujero. Para que nos salgan así de bonicos seguid leyendo que os voy a dar un truco que funciona genial.  Os cuento cómo hacerlos.

Ingredientes para unos 25 buñuelos:

250 g harina de fuerza

50 g azúcar

40 g mantequilla blanda

15 g levadura fresca

2 huevos “M”

3 c/s leche entera

3 c/s anís dulce

10 g anís en grano

ralladura de ½ limón

aceite de oliva suave o girasol (para la fritura)

Para el almíbar:

1 tacita de agua + 1 tacita azúcar + 1 tacita anís dulce

Para el acabado final:

el almíbar y azúcar (para rebozar)

La mantequilla la hemos de sacar del frigo con suficiente antelación para que se temple, pues necesitamos que tenga textura blanda a la hora de utilizarla.

Comenzamos poniendo a calentar la leche junto con el anís en grano. Retiramos y dejamos infusionar hasta que la leche entibie. Antes de que enfríe del todo añadimos la levadura y removemos hasta que ésta se haya disuelto.

Podemos hacer la masa a mano o en amasadora con el accesorio de gancho, la única diferencia está en el tiempo de amasado, que a mano será el doble.

En un recipiente amplio o en el bol de la amasadora echamos la harina, la ralladura de limón, los huevos enteros, el anís dulce y la leche con la levadura disuelta y el anís en grano. Mezclamos los ingredientes y a comenzamos a amasar durante unos 10 minutos.  A continuación añadimos la mantequilla y seguimos amasando otros 10 minutos o hasta que veamos que la masa está fina y elástica, eso hará que nuestros buñuelos queden muy muy tiernecitos. De ahí la importancia de un buen amasado.

Engrasamos un recipiente amplio, ponemos la masa dentro y cubrimos con film transparente.

Dejamos reposar durante 2 horas o hasta que duplique su tamaño, en lugar cálido y alejado de corrientes de aire. Para acelerar el proceso yo lo que suelo hacer es precalentar el horno a 30ºC, apagarlo e introducir el recipiente con la masa. El tiempo de levado en este caso se reduce a la mitad. Mientras tanto, cortaremos trozos de papel vegetal y los dejaremos sobre una bandeja. Después os explico para qué.

Una vez que la masa ha levado la desgasificamos con el puño y vamos cogiendo porciones de unos 20 g. Formamos las bolitas y las vamos a ir dejando sobre los trozos de papel vegetal. Cubrimos con film y dejamos levar nuevamente durante 1 hora más (ó 1/2 h en horno precalentado y apagado).

Mientras se termina este segundo levado vamos a preparar el almíbar de anís, para lo cual no hay más que poner el agua, el azúcar y el anís en un cazo y llevar al fuego medio-alto. En cuando alcance el punto de ebullición, bajamos un poco la temperatura y sin dejar de hervir dejamos cocinar durante 1 minuto. Retiramos del fuego y reservamos.

Una vez que han levado las bolitas ya las podemos freír. Utilizaremos un aceite de oliva suave o de girasol para que no les aporte sabor.  El momento fritura es clave. Lo ideal es utilizar un cazo con abundante aceite para que floten. El aceite ha de estar caliente pero no humeante o de lo contrario nuestros buñuelos se quemarán por fuera y el interior quedará crudo. Podemos probar primero con uno para ajustar la temperatura y el tiempo de cocinado. No es conveniente freír muchos de una vez para que no baje la temperatura, ya sabéis que si el aceite está frío los buñuelos lo absorberán quedando grasientos y con corteza gruesa.

Y ahora es cuando os cuento la finalidad del papel vegetal que no es otra que la de no tener que coger las bolitas con la mano para que no se deformen pues son muy blanditas. Es por ello que las vamos a echar al aceite directamente con el papel, éste se despegará enseguida y lo podremos retirar con unas pinzas. Así nuestras bolitas quedarán monísimas.

Los freiremos durante 1 minuto y ½ más o menos, eso lo hemos de ir viendo. Los iremos girando de vez en cuando para que se doren por todos los lados igual. Conforme los saquemos del cazo los dejaremos escurrir sobre papel absorbente.

Ya solo nos queda darles el baño en el almíbar de anís, dejarlos escurrir en un colador y rebozarlos en azúcar. El almíbar mejor que esté un pelín caliente para que el buñuelo se lo embeba. Puedo deciros que estos buñuelos ganan en sabor conforme pasan las horas porque se asientan lo aromas. Aunque también es cierto que al ser una pieza de bollería pues esa ternura inicial se pierde un poco. Por ello, lo ideal es conservarlos en un recipiente hermético.

Son maravillosos y cualquier momento del día es bueno para tomarlos, ya sean solos… con chocolate a la taza… o con un vinito dulce…..

A mí me están bien de cualquiera de las maneras. Y a vosotros, como os gustan más?

Espero que os haya gustado la receta, que os animéis a hacerla y, ya sabéis, que para cualquier duda que os surja podéis dejarme un comentario o mensaje tanto aquí como en instagram.

Que los disfrutéis.

Ali

2 comentarios sobre “Buñuelos del Empordà

  1. Ali.
    Como recuerdo aquellos dias q todas hacimos nuestros dulces cn tus recetss y llevabamos para probarlos.
    Menuda pinta tienen esos buñuelos.
    Q los disfrutes.
    😘😘😘😘😘

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    1. Ayyyy siiiií Cristinaaaa. Me alegra tanto que aún conserves esos recuerdos. Fueron buenos tiempos aquellos y estábamos tan unidas todas! Ahora nos separan kilómetros pero nos une una gran amistad. Un abrazo corazón.

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