Para complementar la entrada anterior hoy os hablaré de la tarta. Mi idea era hacer algo que se saliera de lo convencional, que a la vez fuese vistoso y que causara sensación a primera vista. Entonces recordé las Brushstroke Cake, cuya traducción literal es: tarta de pinceladas, pues realmente es lo que simulan los elementos que la decoran. Comenzaron a comercializarse en una pastelería rusa y pronto se hicieron virales, lo que no es de extrañar pues son tan llamativas que no pasan desapercibidas. La técnica de decoración a diferencia de lo que pueda parecer no es complicada, luego lo vamos a ver. Y como si de una paleta de colores se tratara, podemos hacer infinidad de combinaciones para hacer que nuestra tarta sea de lo más espectacular, llena de color y dimensión. A parte de las pinceladas, también podemos verlas adornadas con frutos rojos y/o con trazos de pintura comestible hechos con aerógrafo, aunque yo a tanto ya no llego, más que nada porque no tengo ese artilugio, pero quien sabe si algún día….. Será cuestión de dejarlo caer en casa así…. como el que no quiere la cosa…. a ver si alguno capta la indirecta 😉
Que os parece si comenzamos?
Bien, al ser una tarta de doble altura utilicé dos moldes de diferentes tamaños. Uno de 18 x 8 cm para la tarta más grande y otro de 13 x 8 cm para la pequeña.
Los ingredientes para el bizcocho grande son:
400 ml nata 35% materia grasa
320 g azúcar
6 huevos “L”
340 g harina
20 g levadura
1 cda vainilla en pasta
Para el bizcocho pequeño necesitamos:
200 ml nata 35% materia grasa
160 g azúcar
3 huevos “L”
170g harina
10 g levadura
1 cdta vainilla en pasta
Para la buttercream de merengue suizo:
300 gr de claras de huevo
500 gr de azúcar normal
700 gr de mantequilla a temperatura ambiente
4 cdas de polvo de fresa natural deshidratada
Unas gotas de saborizante de fresa (opcional)
Una pizca de colorante rojo (opcional)
Para las pinceladas:
1 paquete de candy melts de color blanco de 340 g
spray dorado comestible
spray nacarado comestible
Para el topper:
1 lámina de plástico de purpurina dorada
1 alambre especial repostería color blanco
Con las cantidades que os indico para los bizcochos tenemos suficiente para hacer la dos tartas y que incluso que nos sobre masa. Pero es que yo prefiero hacer de más a quedarme corta. Con el excedente de masa siempre podemos rellenar unas cápsulas de magdalenas y aprovecharla 😉
Comenzamos haciendo el primer bizcocho y para ello batimos los huevos junto con el azúcar hasta que blanqueen. Sin dejar de batir, incorporamos la nata y la vainilla. Finalmente agregamos la harina tamizada junto con la levadura y batimos con unas varillas, pero esta vez a mano, hasta lograr una mezcla homogénea.
Precalentamos el horno a 170ºC y mientras alcanza la temperatura engrasamos el molde, recortamos un círculo de papel vegetal y lo colocamos en la base para que nos resulte más fácil desmoldarlo después. Vertemos la masa del bizcocho en el molde hasta cubrir las 3/4 partes y lo colocamos en la rejilla central del horno donde lo dejaremos cocer durante 1h y 30´aprox. Cuando haya pasado una hora iremos comprobando la cocción clavando un palillo en el centro y cuando éste salga limpio apagamos el horno. Es importante no pasarse de cocción para que quede jugoso (esto es aplicable a cualquier bizcocho). Una vez horneado, esperamos unos minutos y desmoldamos.
Repetimos la operación con el bizcocho pequeño. En este caso el tiempo de horno es inferior, sobre 1h aprox.
Mientras enfrían aprovechamos para hacer la buttercream de merengue suizo. Para ello pondremos a calentar al baño María las claras junto con el azúcar sin dejar de remover hasta que el azúcar se haya disuelto por completo y procurando que el cazo con las claras no toque el agua para evitar que se cocinen.
Cuando no queden rastros de granillos de azúcar, vertemos las claras calientes en la batidora eléctrica con el accesorio de globo, programamos la velocidad media y comenzamos a batir, aumentándola hasta llegar al máximo. En unos minutos tendremos el merengue montado pero continuaremos batiendo hasta que el merengue haya enfriado, lo cual podemos comprobar tocando el bol y si tiene la misma temperatura que nuestra mano es señal de que ya está hecho. Cambiamos el accesorio de globo por el de pala y a velocidad mínima añadimos poco a poco la mantequilla blanda cortada en dados hasta que se integre. En un principio parecerá que la mezcla se corta pero no desesperéis es así, seguiremos batiendo a velocidad baja y pronto veremos como se forma una crema sedosa. De ésta reservamos 2/3 partes que será la que utilizaremos para la cobertura.
Al resto de la crema le añadimos el polvo de fresa deshidratada y batimos unos segundos. Si queremos que tenga más color y sabor podemos añadir un pelín de colorante alimentario y de saborizante, va en gustos. El polvo de fresa lo obtendremos triturando las fresas deshidratadas en un molinillo o similar y tamizándolo después para que quede bien fino.
Aprovecharemos también para hacer las pinceladas. Vais a ver que no tiene ningún misterio. Fundimos las grageas de candy melt al baño María, a fuego medio y removiendo a menudo.
Estas grageas las hay de muchos colores y la verdad es que es mucho más práctico utilizarlas ya coloreadas. Pero si hasta el último momento no tenéis claro en qué tonalidades las queréis hacer como fue en mi caso, pues tengo la mala costumbre de improvisar y es algo que no debería hacer en según que ocasiones porque, si todo sale bien pues perfecto, pero pueden surgir problemas de última hora y te la juegas…… lo ideal es comprarlos de color blanco y teñirlos de los colores que más nos gusten. Eso sí, hay que utilizar un colorante especial para candy melt, no sirve cualquiera o nos lo arruinaría.
Dicho esto, una vez tenemos las grageas derretidas hacemos montoncitos sobre una hoja de papel vegetal con ayuda de una manga pastelera o con una cuchara. Y a continuación con una espátula los extendemos.
Dejamos secar por completo. Para despegarlas del papel pasaremos el filo de un cuchillo por debajo con un movimiento firme y rápido. Como utilicé los candy melt de color blanco, para las pinceladas negras añadí el colorante en el momento en que se estaban derritiendo y para el resto lo que hice fue rociarlas, una vez secas, con sprays dorado y nacarado. Después se han de dejan secar nuevamente. Ojo!! que son muy delicadas y se rompen con facilidad, por lo que mi consejo es que hagáis más de la cuenta.
Aprovecharemos también para hacer el topper con el que coronaremos la tarta. Para ello dibujamos las letras invertidas en el reverso de la lámina de purpurina, las recortamos y pegamos un alambre especial para repostería.
Llega el momento del montaje de la tarta. Vamos a trabajar primero con el bizcocho inferior. Con una lira o cuchillo de sierra lo dividimos en tres capas procurando que sean del mismo grosor. Colocamos la primera capa sobre una base para tarta y ésta a su vez sobre una base giratoria para trabajar mejor. Y comenzamos a rellenar cada capa con la crema de fresa.
A continuación, untamos todo el bizcocho con una ligera capa de la crema que teníamos reservada (la que no lleva fresa), rellenamos huecos y con ayuda de una espátula y de una paleta alisadora colocada en ángulo perpendicular a la base iremos girando el plato alisando la superficie.
A esta primera capa de crema se le llama tapamigas o sujetamigas y tiene por finalidad, como su nombre indica, sujetar las migas para que no se mezclen entre la crema afeando su aspecto. Metemos la tarta en la nevera durante 20´ para que coja firmeza. A continuación aplicamos una capa más generosa de la crema por todo el contorno y repetimos la operación, retirando el exceso y dejándola lo más lisa posible tanto por los laterales como por la parte superior.
No desesperéis si no queda perfecta del todo, es una tarta casera en la que estamos utilizando nuestras manos, no lo hace una máquina. Aun así, como todo, es cuestión de práctica.
Haremos lo mismo con el bizcocho pequeño.
Una vez terminada la cobertura de las dos tartas, vamos a insertar en la grande, o sea en la de debajo, cuatro pilares de madera o plástico que cortaremos a ras de la superficie. Con los pilares conseguiremos que la tarta no se hunda con el peso de la otra que irá encima.
Con sumo cuidado vamos a ir acomodando las pinceladas alternando los colores. Por los lados se pegarán sin problemas a la crema. En cuanto al resto, lo que haremos serán unas incisiones con un cuchillo en la parte de la tarta donde las vayamos a clavar.
Para terminar colocamos el topper decorativo.
Y esto ha sido todo. Os espero a la próxima!
Que seáis felices. Besos
Ali