Esta semana arranco con un postre muy típico de las fechas que se aproximan. La leche frita. Es alucinante como algo tan sencillo y con tan pocos ingredientes puede estar tan sumamente rico. Su textura cremosa, suave, delicada….. y ese aroma a canela y limón a mí me tiene in love total. Es un postre que, como a muchos de vosotros, me evoca recuerdos de la infancia, de cuando lo preparaban nuestras abuelas durante las vacaciones de Semana Santa, eh que sí? Tengo grabada esa imagen. Es por ello que, para no quede sólo en un simple recuerdo, hoy le vamos a dar todo el protagonismo que se merece en esta entrada. Es un postre muy sencillo de preparar pero que ya os adelanto que no hay que hacerlo con prisas….. que no son buenas…. jejejjj…. vale? despaciiiiiito y con buena letra nos quedará una leche frita espectacular. No habrá otra como la nuestra, palabrita!! Así que, venga va… que nos ponemos con ello.
Ingredientes:
1/2 l leche entera (si es fresca, mejor)
40 g harina de maíz + extra para rebozar
100 g azúcar blanca + extra para rebozar
1 palito de canela
corteza de 1 limón
1 huevo
aceite de girasol (o de oliva suave)
Dado el que ingrediente protagonista es la leche os recomiendo que sea fresca y desde luego, que sea entera, nada de desnatadas ni semidesnatadas. Si vamos a pecar hagámoslo a lo grande! 😉
Comenzamos infusionando la leche. Para ello vertemos la mitad de la leche en un cazo, incorporamos la corteza de limón y la canela en rama. Llevamos a fuego medio-alto y cuando alcance el punto de ebullición retiramos, ponemos una tapa y lo dejamos reposar durante 15 minutos. También podemos hacer la infusión en frío, es decir, sin calentar la leche, la dejamos en un recipiente junto con los aromáticos en la nevera durante toda la noche. De las dos maneras estará bien. Así que como os apetezca más, es indiferente.
A continuación colamos la leche, reservamos unos 100 ml y el resto la vertemos en un cazo, añadimos el azúcar y llevamos a fuego medio. Desleímos la harina de maíz en la leche que habíamos reservado (ojo! ha de estar tibia) y la incorporamos a la leche que está en el cazo cuando ésta empiece a hervir. Mezclamos bien con unas varillas y cocinamos a fuego medio-bajo durante unos 20 minutos, removiendo prácticamente todo el tiempo para evitar que se pegue al fondo del cazo. No os confiéis pensando que a los 10 minutos, durante los cuales ya habrá espesado, estará lista. No queráis ser un@s correndillas jejejejjj…. La verdad es que estar dándole a la varilla veinte minutos sin parar se hace un pelín pesado pero debemos seguir hasta terminar el tiempo que os he indicado pues a parte de que la harina de maíz debe cocinarse bien para que no sepa a crudo, la leche ha de evaporarse un poco para que la mezcla adquiera consistencia y cuando fríamos las porciones no se derrame el interior, sino que nos quede cremoso pero firme. No tiene mayor secreto señores: tiempo. Sí…. vale… también las proporciones de los ingredientes, pero de nada servirá si no lo trabajamos bien, capito? Molto Bene!! 🙂
Preparamos un recipiente que puede ser un tupper alargado o cuadrado. Yo he aprovechado este molde que tengo para hacer turrón, pero no por nada, sino porque me viene de perlas para la cantidad que suelo hacer, me va perfecto. Para orientaros os diré que mide 8 x 20 cm. Lo untamos ligeramente con aceite de girasol (que no deja sabor) para poder desmoldarlo sin problemas, vertemos la crema y tapamos con film transparente a piel a fin de evitar que se forme costra en la superficie.
Dejamos enfriar a temperatura ambiente y a continuación lo llevamos al frigo a cuajar durante un mínimo de 4 horas. Yo suelo dejarlo toda la noche.
Con decisión y sin retirar el film, damos la vuelta al recipiente y volcamos la lecha ya cuajada sobre la superficie de trabajo. Con un cuchillo bien afilado cortamos las porciones de un tamaño aproximado de 4 x 4 cm.
Preparamos un cazo hondo y vertemos bastante aceite de girasol o de oliva suave. Lo ponemos a calentar a una temperatura media-alta. Mientras tanto, rebozamos cada porción de leche frita en la harina de maíz y seguidamente en huevo batido. Dejamos escurrir sobre una rejilla para que resbale el sobrante de huevo y así no se formen la típica puntilla.
Cuando el aceite esté caliente freímos las porciones. Es preferible no echar más de dos cada vez, primero para que tengan su espacio y segundo, para que no baje de golpe la temperatura del aceite. Dejaremos que se frían durante un minuto por cada lado más o menos…. eso es ir viéndolo.
Retiramos, escurrimos sobre papel absorbente y rebozamos en una mezcla de canela y azúcar.
Podemos tomarla calentita, tibia o fría. De cualquiera de las tres maneras está igual de rica, aunque yo personalmente la prefiero del tiempo pues se aprecian más los aromas de la canela y el limón.
Mmmmm…. muero de amor en cada bocado, os lo juro!!!!
Os espero aquí el próximo día 😉 Besos
Ali
CONSEJOS Y SUGERENCIAS:
*Hay quien le añade una yema de huevo a la preparación. La receta original no la lleva pero cada cual lo hace a su gusto. También tengo que deciros que con la yema a mí me recuerda más a una crema pastelera frita y no es lo mismo. Pero como siempre digo, cada uno la personaliza a su gusto.
*Otra opción de acabado es caramelizar el azúcar con un soplete. Delicioso.
*No pararemos de remover la mezcla del cazo en ningún momento porque corremos el riesgo de que se pegue al fondo del cazo y será el principio del desastre. Hacedme caso. También podéis engañar a alguien y que os releve, jejejjjj.
Si que es verdad que recuerda a la infancia. Me encanta la receta, y ahora que hay tiempo para todo voy hacerla.
Gracias Alí por hacernos recordar los viejos y maravillosos años que ya dejamos atrás!
Espero que estéis toda la familia bien, cuidaros mucho! Un enorme besazo.
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Me alegro de que hayas podido disfrutar de ese momento de buenos recuerdos.
Por aquí todos bien. Espero que vosotros también. Te echo de menos compi. Un abrazo. Ali
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