Cheesecake de fresas sin horno

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Por muchos años que pasen para nuestras madres siempre seremos sus pequeños. Tienen ese instinto protector que hace que les sea inevitable preocuparse por nuestro bienestar tanto físico como emocional. Y puede sonar a tópico pero siempre están ahí cuando las necesitas. Si estás enfermo es a ella a quien primero llamas,  tienen esa habilidad de encontrar todas aquellas cosas que andan desaparecidas, se hacen pesadas insistiendo una y otra vez en que comas un poco más, te llaman por el nombre de todos tus hermanos menos por el tuyo, no se van a dormir  hasta que no termines de estudiar la víspera de un examen, apuran la pasta de dientes o el gel de baño, suelen llevan un kit de emergencia en el bolso, te preguntan la lección, repasan tus deberes y hasta la matrícula para la universidad, no paran de comentar la película mientras la estás viendo, si te ven triste te envuelven con sus brazos y si hace falta lloran contigo, te cocinan tu plato preferido cuando vas a verlas y te preparan los tuppers  como si te fueras a una guerra…..…  madre mía,  podría estarme horas! De lo que no hay ninguna duda es de que se desviven por tí y te lo dan todo sin pedir nada a cambio. 

Y cuántas veces nos soltaron frases como:  te lo dije…  tómate el zumo de naranja que se le van las vitaminas…. hay que esperar dos horas para hacer la digestión antes de bañarse…. estudia que seas una persona de provecho…. avisa cuando llegues….. no te infles a chufliterías…. no hagas eso…. ten cuidado con lo otro…..  lo que no quieras para tí no lo quieras para los demás….  Pero las más graciosas son las que te espetaban cuando las hacías enfadar, aquello de:  me aburro de repetirte siempre lo mismo…. mírame cuando te hablo…. a mí no me contestes…. cualquier día agarro la puerta y me voy a Australia…. mira la fulanita y la menganita que obedientes que son….. no sé pregúntale a tu padre…. y si tus amigos se tiran por un puente tú también?…..   Qué bueno!!!! 

Sin embargo la más acertada de todas es aquella de:  si algún día tienes hijos lo comprenderás. Y la verdad es que así es porque aunque en su momento aquello nos pareciera una exageración y que eran muy cansinas siempre con la misma cantinela, cuando te haces mayor, tengas o no tengas  hijos te das cuenta de que todo ha servido para transmitirnos unos valores, tener una buena educación y prepararnos para volar solos.  Reconozcámoslo,  son unas auténticas heroínas,  aunque yo más bien las definiría como superwomans, porque son polifacéticas y pueden con todo oye!!  Tanto son cocineras, como psicólogas, detectives, enfermeras, modistas, ingenieras, profesoras, cuentacuentos.…. pero ante todo son MAMÁS y como os decía al principio, para ellas siempre seremos sus niños a los que cuidar y querer sin límites. 

El día de hoy está dedicado especialmente a ellas y como no podía ser menos he preparado una deliciosa tarta. Por cierto esta es la cheesecake sin horno que os prometí hace unos meses. Veréis que es una tarta muy sencilla de preparar, solo necesitamos unas horas de nevera antes de consumirla. Yo la he preparado en un molde cuadrado de 22 cm para presentarla en cubitos y decorarla con fresas, merenguitos y azúcar glass. Pero si preferís hacerla en molde redondo para servirla en triángulos, uno de 18 cm os vendrá perfecto pues tendrá un poco más de altura.  Y si es desmoldable mejor. También podéis obviar la decoración o decorarla como más os guste.

Mirad, vamos a necesitar:

Para la base:

50 g mantequilla

150 g galletas tipo digestive

Para el relleno:

5 hojas de gelatina

200 g fresas 

325 g queso mascarpone

75 g azúcar

225 nata para montar, bien fría

pizca de sal

Para la cobertura:

250 g fresas 

65 g azúcar

2 cdas zumo limón

3 hojas gelatina

Comenzamos preparando la base de la tarta. Para hacer la base vamos a triturar las galletas en un molinillo o procesadora de alimentos. Derretimos la mantequilla y añadimos a las galletas, mezclando hasta que se forme una especie de arena mojada. Forramos la base y paredes de nuestro molde con papel vegetal. Si el vuestro es desmoldable con forrar la base será suficiente. 

Echamos la galleta y con una cuchara o espátula la vamos acomodando de manera uniforme sin dejar huecos por cubrir.  La aplanamos bien y llevamos a la nevera para que coja firmeza mientras preparamos el relleno.

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Para hacer el relleno vamos a hacer varias preparaciones por separado que después vamos a mezclar. Así pues, comenzamos poniendo a hidratar las hojas de gelatina en agua fría. Mientras se hidratan, prepararemos el puré de fresas triturando éstas junto con la mitad del azúcar. A continuación lo pasaremos por un colador a otro recipiente y de esta manera nos quedará un puré fino y sin pepitas. A este puré le añadimos la pizca de sal para potenciar el sabor y lo calentamos unos 3 minutos en el microondas removiendo a cada minuto. Retiramos, añadimos las hojas de gelatina hidratadas y mezclamos con varillas hasta que la gelatina se haya disuelto por completo. Dejamos templar. 

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Seguidamente pondremos la nata bien fría a montar y en mitad del proceso le añadiremos el resto del azúcar. No es necesario montarla muy dura, solo hasta que forme picos suaves y reservamos. 

Con las preparaciones ya hechas vamos a empezar el queso mascarpone con el puré de fresas. Esto nos llevará unos minutos porque el queso mascarpone es muy denso, pero poco a poco se va a ir aligerando al añadir el puré. Para finalizar añadiremos la nata de poco en poco y con una espátula de silicona vamos a ir mezclándola con movimientos envolventes para no quitar aire a la mezcla y así poder obtener una crema con textura de mousse.

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Echamos sobre la base de galleta y nivelamos con una espátula. Llevamos a la nevera a gelificar un mínimo de 4 horas. 

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Para hacer la cobertura vamos a repetir el proceso que hemos hecho antes con las fresas, es decir, ponemos primeramente a hidratar las hojas de gelatina en agua fría. Trituramos la fresas, las pasamos por un colador, añadimos el azúcar, el zumo de limón y calentamos en el microondas unos 3 minutos, removiendo a cada minuto.  Retiramos, añadimos la gelatina y mezclamos con varillas. Dejamos que se temple y antes de empiece a gelificar vertemos con cuidado sobre la tarta. Vamos girando el molde para que se cubra por todas partes igual. 

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Y de nuevo a la nevera otro buen rato hasta que gelifique la cobertura. Lo ideal es prepararla el día de antes. Podemos servirla tal cual o decorarla como más nos guste. Yo en este caso la he dividido en cuadrados y he decorado con fresas, merenguitos y azúcar glass. La decoración la haremos a la hora de servir para que los elementos  no se humedezcan.

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Para cortar las porciones con facilidad lo haremos con un cuchillo afilado que pasaremos previamente por agua caliente y secaremos con un paño. Así conseguiremos un corte limpio.

Mirar qué interior, es ligero y con una textura sedosa en boca que es para llorar de buena.

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El ingrediente secreto de esta tarta es el amor que pongáis en hacerla, que seguro que es mucho porque ellas se lo merecen todo y más. Que lo disfrutéis!!

Feliz Día a todas las Madres y en especial a la mía. Besos

Ali

 

2 comentarios sobre “Cheesecake de fresas sin horno

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