
Qué gusto ver llover!! Desde hace un par de semanas que venía haciéndolo tímidamente de poco en poco, un día sí, tres no… Sin embargo este fin de semana por aquí lo ha hecho con ganas y lo hemos agradecido porque lo necesitábamos como el respirar después de tanto tiempo de sequía. Y a mí en días así me apetece muchísimo quedarme en casita y aprovechar para dedicarle a esas aficiones que tengo aparcadas por falta de tiempo. Lo que pasa es que no es fácil escoger porque tengo varios frentes abiertos: que si un álbum de fotografías digital, que si una mesita vintage a medio restaurar, leerme el libro que tengo empezado, practicar con la guitarra…. Ayyyy Dios la guitarra…. me está costando lo suyo pero claro…. si apenas le dedico pues no puedo pedirle peras al olmo. Que no es que yo quiera ser ahora un Paco de Lucía, pero a ver…. unos mínimos, que la compré hará como unos quince años con muchas expectativas y lo único que he aprendido es que la primera cuerda es la más aguda y la sexta la más grave, cuatro acordes y poco más. Bueno sí…. el Himno de la Alegría, que es lo primero que te enseñan para que te ilusiones y no tires la toalla a la primera de cambio. Y siendo que es un instrumento que me encanta, tengo que confesar que hace tiempo que perdí un poco el interés por una razón muy simple y es que me cuesta mucho colocar bien los dedos en las cuerdas y cuando ya los tengo bien puestecitos entonces se me agarrotan, me cogen rampas… me duelen las yemas….. ufff que tortura. Alguien se identifica conmigo o me pasa solo a mí? Y tiene delito la cosa porque hasta llegué a apuntarme a la escuela de música donde estudié solfeo y canto coral… madre mía….. yo cantando en una coral! pero es que formaba parte del curso y había que asistir. Que al principio me daba tantísima vergüenza que cuando hacíamos los ensayos me colocaba en el lugar más discreto y cantaba bajito, por aquello de no desentonar. Pero me duró poco porque en la tercera clase el profesor me dijo que no se me daba nada mal, lo cual me supuso tal subidón de autoestima que ya me veía dando conciertos de Navidad con mis compañeros por los teatros de toda península firmando autógrafos, sonriendo a los flashes y haciendo entrevistas para el periódico local ajajjjjjaj.…. Bromas aparte, tengo que deciros que lo disfruté muchísimo, aparte de conocer gente estupenda con la que aún mantengo contacto aunque sea muy de vez en cuando. Fue una pena que a los pocos meses el profesor de música se jubilara, era todo un crack. En su lugar llegó otro que, bueno…. aún concediéndole el beneficio de la duda, no era lo mismo, tuve la sensación de estar perdiendo el tiempo en sus clases y decidí darme de baja para aprender guitarra por mi cuenta tirando de la interné. Pero lo que decimos, que un día por una cosa y otro día por otra….. pues que al final na de na. Ahí la tengo a la pobre, olvidada dentro de su funda, esperando a que alguien le dé vida y espero ser yo a no mucho tardar, a ver si soy capaz de aprenderme una melodía de aquí al verano (mucha fe tengo yo…) Ya os contaré.
Y hablando de aficiones, en un finde lluvioso como el que hemos tenido, la repostería tenía que hacer acto de presencia y qué mejor que un buen bizcocho para tomar a media tarde. En esta ocasión un Bundt Cake, el cual recibe su nombre por el tipo de molde donde se hornea llamado bundt, cuya particularidad está en ese hueco central que permite que el calor circule y se cocine uniformemente. Los bizcochos que se hornean en este tipo de moldes suelen ser de miga apretada pero muy muy tierna. No me enrollo más y os cuento cómo hacerlo.
Ingredientes para el bizcocho:
425 g harina
180 g mantequilla blanda
220 g azúcar
4 huevos “L”
65 ml zumo naranja + la ralladura
60 g miel
180 ml leche entera
50 ml aceite girasol
Para el glaseado:
100 g chocolate fondant
100 ml nata 35% m/g
Antes de nada, indicaros que todos los ingredientes deben estar a temperatura ambiente, por lo que retiraremos de la nevera la mantequilla, los huevos y la leche con suficiente antelación, sobre todo la mantequilla, que debe estar blandita (no derretida).
Mientras se templan iremos preparando el molde. Dado que tiene las aristas muy marcadas y no podemos forrarlo con papel vegetal como haríamos con otro tipo de moldes, lo vamos a engrasar con mantequilla (mejor si está blandita) asegurándonos de que todos los recovecos queden bien untados. A continuación espolvoreamos ligeramente con harina y retiramos el exceso dándole unos golpecitos al molde vuelto hacia abajo. A este proceso se le llama encamisar y es necesario para que nuestro bizcocho quede bien definido y con la forma completa al desmoldarlo, sin que se pegue ni se rompa.
Comenzamos rallando la piel de naranja sobre el azúcar para que ésta vaya cogiendo el aroma. Yo he puesto la ralladura de 2 naranjas. Exprimimos la naranja/s y medimos la cantidad que necesitamos.
Con unas varillas eléctricas batimos la mantequilla junto con el azúcar y la ralladura de naranja durante unos 5 minutos a velocidad alta hasta que blanquee y tenga una textura esponjosa. Con ello conseguiremos que la masa coja aire lo que propiciará que crezca mejor en el horno y resulte muy tierno. Insisto, el batido prolongado de la mantequilla es clave, de lo contrario nuestro bizcocho será un mazacote. A continuación y sin dejar de batir vamos a ir añadiendo los huevos de uno en uno, es decir, hasta que no se haya incorporado el anterior no añadimos el siguiente. Vamos añadiendo el zumo de naranja, la miel, la leche y el aceite. Es muy probable que en este punto nuestra mezcla parezca cortada, pero tranquilos se recompondrá al añadir la harina. Esto suele suceder si alguno de los ingredientes estaba más frío que el resto. Finalmente añadimos en varias tandas la harina y la levadura tamizadas. Y las mezclaremos con varillas de mano y con movimientos envolventes, es decir, de abajo hacia arriba, así de esta manera no perderá volumen. Ojo! no conviene sobrebatir la mezcla o de lo contrario comenzará a desarrollarse el gluten de la harina y nos quedará una masa correosa.
Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Vertemos la masa en el molde desde un lado dejando que se vaya acomodando por todos los recovecos y alisamos con una espátula.

Damos unos ligeros golpecitos en la base para que se distribuya bien y desaparezcan las burbujas gruesas que puedan haberse formado. Introducimos en el segundo nivel del horno comenzando por abajo y sobre una rejilla para que circule el calor. Horneamos durante 60 minutos. No conviene cocinarlo en exceso para que no se recueza. Una vez horneado lo retiramos del horno y dejamos reposar 10 minutos dentro del molde y sobre una rejilla. Insisto, 10 minutos y os digo porqué: si lo dejamos menos tiempo, el bizcocho estará demasiado caliente y se nos romperá al desmoldarlo pues del mismo peso se resquebrajará. Si lo dejamos más tiempo dentro del molde el bizcocho se humedecerá y quedará pegado, con lo cual también se nos romperá. Así que lo ideal son 10 minutos, no más.
A la hora de desmoldarlo hemos de tener precaución de no quemarnos pues estos moldes aguantan muy bien el calor. Podemos ayudarnos con un paño de cocina. Pero antes de eso, agitamos delicadamente el molde para comprobar que el bizcocho se despega de las paredes. Colocamos una rejilla en la base del molde, giramos y desmoldamos. Como si le diéramos la vuelta a la tortilla de patatas. Y dejamos enfriar.

Mientras enfría vamos a preparar el glaseado de chocolate que no es ni más ni menos que una ganache. Para ello, vamos a trocear en pequeñito el chocolate y lo ponemos en un recipiente. Calentamos la nata y justo cuando alcance el punto de hervor la retiramos y vertemos sobre el chocolate. Dejamos actuar un minuto y a continuación removemos enérgicamente con unas varillas de mano hasta lograr una crema homogénea.

Antes de verterla sobre el bizcocho hemos de esperar a que enfríe y coja consistencia, la suficiente para que resbale por las aristas, lo cual podemos hacer ayudándonos de una cuchara o un biberón de cocina. Ojo con no descuidarnos y que el chocolate espese demasiado.

Y ya lo tenemos listo. Es un bizcocho fantástico que podemos tunear a nuestro gusto, añadiendo frutos secos, chispas de chocolate…… Recomiendo conservarlo a temperatura ambiente envuelto en film o dentro de una bolsa de aquellas de congelación para que no se reseque. No aconsejo en ningún caso guardarlo en el frigo ya que al llevar mantequilla tiende a endurecer.

Si os gustan los bizcochos de naranja no dejéis de probar este. No es necesario utilizar un molde bundt, cualquiera nos puede servir, lo único que variará será el tiempo de horneado que será menor.
Que lo disfrutéis. Hasta la próxima
Ali