La primera vez que vi estos pastelitos fue en una cafetería de un pueblecito francés con motivo de la estancia un fin de semana de esquí. Un pueblecito tan cuco que parecía un belén, pequeñín y acogedor y que invitaba a pasear por sus calles nevadas. Cuando los probé me dije que tenía que hacerme con la receta. Navegando por internet encontré varias versiones y después de varias pruebas logré dar con ese sabor único que tienen estos pastelitos.
Su forma original es rectangular, aunque también podéis hacerlos de cualquier otra forma. Yo he utilizado un molde especial para ellos, pero si no disponéis de él, una buena opción es utilizar una bandeja para horno y extender la masa, procurando que no supere los dos centímetros de altura. Una vez horneados tan solo hay que cortarlos.
Son muy versátiles, admiten cualquier variedad de relleno, desde mermeladas, trocitos de frutas confitadas, crema de chocolate, frutos secos… O sin relleno. Yo en este caso los he hecho con mermelada de moras.
Dicho esto, vamos con la receta.
Ingredientes:
50 g de harina
100 g azúcar glass
75 g almendra molida
4 claras de huevo
75 g mantequilla
mermelada de moras
Preparación:
Pondremos a precalentar el horno a 200ºC arriba, abajo y ventilador.
Derretimos la mantequilla en un cazo a fuego lento y cuando tome color dorado retiramos y dejamos templar. Eso le dará un sabor particular. Hay que estar pendiente pues se quema con facilidad y el resultado final no sería el mismo.
A parte, en un bol vamos a mezclar la harina y el azúcar glass, ambas tamizadas, junto con la almendra. Añadimos las claras, batimos y por último incorporamos la mantequilla. Mezclamos bien.
Engrasamos los moldes y espolvoreamos con harina. O los rociamos con spray desmoldante que es maravilloso. Rellenamos los moldes con la masa hasta la mitad, añadimos 1 cdta. de mermelada y cubrimos con más masa procurando que el relleno quede cubierto.
Bajamos la temperatura del horno a 190ºC, dejamos solo la parte de abajo encendida y metemos la bandeja de horno en la parte central. Horneamos durante unos 10´.
Pasado ese tiempo los sacamos y dejamos enfriar sobre una rejilla. Una vez fríos vamos a conservarlos en recipiente de cristal o de plástico, para que se mantengan tiernos.
Son realmente deliciosos, ligeros y combinan perfectamente con una taza de té o café.
Que buen postre para estas navidades. Hará compañía a las milhojas de chocolate.
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Lo mejor de todo es que cuestan poco de hacer y en un momento improvisas una merienda. Besos
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Que buena pinta!!!!!
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Mejor sabrá… jejej
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