Tengo entendido que la noche más larga del año es la del 21 de diciembre, que es cuando tiene lugar el inicio del invierno aquí donde nos encontramos, en el hemisferio norte. Sin embargo, qué queréis que os diga, yo discrepo de eso. La noche más larga del año es la de hoy, sobre todo para los peques 😉 O ya no os acordáis de cuando eráis niñ@s? Recuerdo de irme prontito a dormir porque la condición era esa, ya que, si los Reyes pasaban por mi casa y yo aún estaba despierta, no pararían a dejar regalos. Total que, obedeciendo por la cuenta que me traía, me capuzaba en la cama y me quedaba quietecita sin chistar, sin poder conciliar el sueño y pendiente de si los oía entrar. Mi madre de vez en cuando abría la puerta de mi habitación para comprobar que estaba dormida y yo, con la inocente picardía que se puede tener a esa edad, procuraba mantener los ojos cerrados simulando dormir profundamente, qué traviesilla!! 🙂 A partir de ese momento no se escuchaban más que ruiditos, murmullos y algún que otro tropiezo. Estaba tan sugestionada que sólo de pensar que allí se encontraban sus Majestades se me aceleraba la respiración. De repente, se hacía el silencio absoluto y yo, caminando sigilosamente descalza por la casa, intentaba llegar hasta el lugar en el que se suponía habían dejado los regalos. Comprobaba que así era y contenta me volvía a mi cama. Entonces ya era imposible dormir imaginando que era lo que podían contener aquellas cajas y paquetes, Diooos! era una noche interminable!!! hasta que el sueño me vencía y despertaba al grito exaltador de mi hermana “han venido los reyes, han venido los reyes…..”
Como manda la tradición ese día no puede faltar el roscón. Así que lo mejor es prepararlo el día anterior, o sea hoy, y así tenerlo listo para el desayuno de mañana. Por lo general suele elaborarse con masa tipo brioche como este que publiqué el año pasado y rellenarlo de lo que más nos guste, pero este año me apetecía salirme un poco de los cánones y tunearlo un poquito preparándolo con masa choux que es bien sencilla y rápida de hacer ya que no necesita reposar para el levado y le he añadido unas frambuesas para darle un toque más actual 😉 Este roscón es muy ligero pues prácticamente es hueco por dentro, algo que se agradece en la recta final de las fiestas, en la que estamos a tope de todo. No es necesario que os diga que recién hecho es como más rico está, en primer lugar porque el roscón está crujiente dado que no le ha dado tiempo de ablandarse con el relleno y, en segundo lugar, porque la fruta se mantiene intacta pues con el paso de las horas se oxida y no conserva ese aspecto tan apetecible. En mi casa siempre lo hemos consumido la noche de reyes, mira no sé, manías. Si queréis hacer este mismo para tomarlo al día siguiente lo ideal sería dejar hechas las elaboraciones y conservarlas en la nevera. Al día siguiente solo habría que hacer el montaje. Dicho esto, empezamos.
Para la masa:
125 ml de agua
125 ml leche
100 g de mantequilla
140 g de harina
40 g azúcar
250 g de huevo batido
Para el relleno y decoración:
almendra laminada
700 ml nata 35% materia grasa
frambuesas
azúcar glass
Comenzamos preparando la masa del roscón. En un cazo vamos a echar el agua, la leche, la mantequilla a trozos y el azúcar. LLevamos a fuego medio y removemos hasta que la mantequilla se disuelva, apartamos del fuego y añadimos la harina de golpe. Removemos enérgicamente con una cuchara de palo hasta que se forme una masa libre de grumos y que se despegue de las paredes. Dejamos enfriar unos 5 minutos para que al añadir los huevos éstos no se cuajen. Batimos ligeramente los huevos (5 ó 6 «L») y los pesamos. Seguramente nos sobrará una pequeña cantidad que reservaremos para pintar el roscón antes de hornearlo. Cuando la masa haya perdido calor añadimos los huevos batidos poco a poco, sin parar de remover hasta que esté todo bien integrado. La masa ha de quedar espesa pero ligera. Rellenamos una manga pastelera provista de una boquilla redonda ancha y vamos a trazar un círculo de unos 20 cm de diámetro sobre una hoja de papel vegetal. Para que nos sirva de guía podemos dibujar el círculo con un lápiz o rotulador sobre la hoja pero siempre acordándonos de darle la vuelta al papel después. Una vez lo tenemos hecho, trazaremos círculo en la parte interior y por último un tercero encima de los dos anteriores.
Pintamos con huevo batido y esparcimos la almendra laminada por encima.
Precalentamos el horno a 200ºC y metemos el roscón en la bandeja central, horneamos a esa temperatura durante 5 minutos y a continuación bajamos la temperatura a 180ºC donde lo dejaremos 35 minutos más. Para que no se nos queme la almendra colocaremos una bandeja en la parte superior del horno para que no le llegue directo el calor. Una vez que lo tenemos hecho, dejaremos que repose dentro del horno apagado otros 5 minutos y traspasamos a una rejilla para enfriar. Un truco para que nos quede bien sequito por dentro es hacerle una incisión lateral al roscón cuando lo saquemos del horno, de esta manera sacará el vapor acumulado en el interior.
Mientras se enfría vamos a montar la nata, ya sabéis que ha de estar muy muy fría para que emulsione bien. Yo lo que suelo hacer es verter la nata en el recipiente metálico que voy a utilizar y dejarlo en la nevera, se enfría mucho más y más rápido. Introducimos la nata en una manga pastelera provista de una boquilla en forma de estrella abierta.
Cortamos el roscón por la mitad con un cuchillo de sierra. Como os decía es prácticamente hueco por dentro, lo que lo hace bastante ligero. Rellenamos con la nata.
Colocamos las frambuesas y, si queréis, es el momento de esconder las figuritas del haba y del rey. Cubrimos con más nata y le colocamos la tapa.
Finalmente espolvoreamos la superficie con azúcar glass.
En una hora lo tenemos hecho, en serio. Lo malo es tener que esperar para hincarle el diente 😦
Espero que hayáis sido buen@s este año porque sinó ya sabéis lo que toca….. 😉
Por hoy os dejo, me voy a dormir, si es que puedo claro……
Feliz Noche de Reyes
Ali