Cuenta una antigua leyenda irlandesa que existió un hombre llamado Jack, que en vida había sido tan sumamente malvado que cuando murió ni siquiera podía ir al infierno debido a los innumerables trucos que le había jugado al demonio. Como las puertas del infierno no se abrieron para él, no tuvo más remedio que permanecer en la tierra vagando por los caminos con una linterna hecha con un vegetal vacío y un carbón encendido buscando un lugar para descansar en paz. Tal era el temor al tal Jack que la gente supersticiosa ponía una linterna en la ventana de su casa para ahuyentarlo. Con el tiempo, el vegetal para hacer la linterna pasó a ser una calabaza con agujeros que simulaba el rostro de una calavera.
Estas leyendas hoy día nos hacen incluso reír, pero pensad que en aquella época estas fábulas no pasaban inadvertidas entre la gente pues estaban deseando saber de un rumor para romper con su triste y monótona vida, aunque no creo yo que este tipo de rumores gustasen mucho la verdad, pero tenían tema para hablar 🙂
Para darle un poquito el humor al asunto he preparado una tarta en la que Jack Skellington, más conocido como Skeleton, es el protagonista. Y es que lejos de ser terrorífica, la noche de halloween tiende a ser tremendamente divertida, bueno….. eso depende, porque si a mí me ponen una película de terror, que las hay muy heavys, sobre todo en las que aparecen espíritus enojados… casas encantadas…. poltergeist…. es decir, todos los efectos paranormales habidos y por haber, ya te digo yo que me agarro como una lapa al que tenga al lado y cualquier ruido extraño que oiga puede hacer estallar la bomba que llevo dentro en ese momento. Es tal mi sugestión que no respondo de mis actos, jejejej… 🙂 Aunque el problema más gordo viene después cuando me voy a dormir, me pasa como a los niñ@s, en serio, no lloro por vergüenza. En esos casos lo que suelo hacer es cambiar de canal un rato para distraerme con otra cosa y me da lo mismo que sea la teletienda, las palabras cruzadas o el tarot, cualquiera de ellos me parece fantástico. Anda que habría sido buena yo para vivir en la época de esa leyenda, jejeje…
Que os parece si os cuento como hacer la tarta de hoy? Pues venga va que comenzamos.
Para el bizcocho (molde de 12 cm x 7 cm)
1 yogur natural
1 medida (del envase del yogur) de aceite girasol
2 medidas de azúcar
2 medidas de harina
1 medida de cacao puro
3 huevos “M”
1 cdta extracto de vainilla
1 sobre levadura química (16 g)
Para el relleno:
250 ml nata vegetal
extracto de vainilla
1 pizca colorante naranja
Para la cobertura:
450 g chocolate blanco especial repostería
200 g nata líquida (35% materia grasa)
1 pizca colorante negro liposoluble
5 galletas oreo
Para los adornos:
Fondant blanco
Colorante naranja, negro y rojo intenso
rotulador negro comestible
alambre especial repostería
Ponemos a precalentar el horno a 170ºC con calor arriba y abajo y comenzamos haciendo el bizcocho. Me he decidido a hacer el típico bizcocho de yogur porque aparte de ser muy tierno, tiene un sabor a cacao tremendo. A veces el bizcocho más sencillo es el que mejor resultado nos da.
Bien, pues batiremos por este orden: yogur + aceite + azúcar. Cuando estén integrados añadimos el extracto de vainilla y los huevos uno a uno, es decir, hasta que el primero no esté integrado no añadimos el siguiente. Cuando estén todos incorporados, batimos un par de minutos más para que aumenten de volumen. Tamizamos la harina junto con el cacao y la levadura y vamos añadiendolo poco a poco a la masa mezclando con suavidad. Mirad, para que nos queden los bizcochos muy muy tiernos, cuanta menos cantidad de masa haya en el molde mejor, tarda menos tiempo en hacerse y mantiene su jugosidad. Por ello, yo lo que suelo hacer es dividir la masa en dos y hornear primero un bizcocho y después el otro. Vosotros ya como queráis, pero quería haceros este apunte porque a mí me funciona maravillosamente. Engrasamos el molde y forramos la base y las paredes con papel vegetal. Así nos aseguramos un desmoldado perfecto. Vertemos la masa en el molde y llevamos al horno unos 30´ aprox. Retiramos del horno, sacamos el bizcocho del molde y envolvemos en film para que no pierda humedad ni jugosidad. Repetimos la operación con el siguiente bizcocho. Los dejamos reposar a temperatura ambiente hasta el día siguiente.
El día anterior también dejaremos preparada la ganache para la cobertura. Para ello vamos a trocear el chocolate blanco, cuando más chiquititos sean los trozos mejor. Calentamos la nata y en el momento de ebullición vertemos sobre el chocolate, lo dejamos reposar 30 segundos y a continuación con una espátula removemos constantemente hasta conseguir una crema homogénea. Añadimos una pizca de colorante negro y removemos. Queremos lograr un color grisáceo. Vertemos en un cuenco, tapamos con film a piel y dejamos enfriar para que solidifique a temperatura ambiente. Pensé que había tirado una foto de la crema pero no, I´m sorry!!
Con ayuda de una lira dividimos cada bizcocho en dos capas. Si es necesario retiramos un poco del copete que pudiera haberle salido, que no puede ser mucho ya que a la temperatura que os he indicado se cocina lentamente y sube por todos los lados igual.
El mismo día del montaje de la tarta montaremos la nata vegetal. He optado por esta nata para compensar un poquito las grasas y también porque es perfecta para relleno ya que no se desmorona aunque pasen horas, se mantiene siempre firme y no necesita frío. Ya os he hablado algunas veces de ella, es extraordinaria. Para montarla debe estar muy fría. En mitad del proceso añadiremos el extracto de vainilla y una pizca de colorante naranja.
Colocamos una boquilla redonda en una manga pastelera y la llenamos con la nata. Ponemos el bizcocho sobre una base giratoria para trabajar mejor y cubrimos la primera capa de bizcocho. Colocamos encima el segundo bizcocho, repetimos la operación y así hasta terminar con la última capa a modo de tapa.
Cogemos el recipiente de la ganache, retiramos el film y como queremos que tenga una textura untable, la vamos a batir un minuto con varillas eléctricas, nunca con cuchillas o nos la cargaremos. El proceso de cobertura es el siguiente, ponemos una primera capa en las paredes y la superficie de la tarta. Esta capa debe ser fina y sirve para sujetas las migas que pudieran desprenderse del bizcocho. Con una espátula o paleta la vamos a alisar por los laterales y por la parte superior. No hace falta que esté perfecta porque aún tenemos que darle una segunda capa.
Cuando ya la tengamos cubierta y lisa la llevamos a la nevera a endurecer durante unos 20 minutos.
Untamos una segunda capa de crema, esta vez más generosa porque será la definitiva. Y de nuevo con una espátula o paleta alisadora vamos a ir retirando crema y alisando a la vez que hacemos girar la base.
Si veis que en algún momento la crema ha endurecido y os cuesta alisar las paredes con la espátula hay un truquito infalible que os quiero contar. Se trata de calentar agua, mojar la espátula, secarla y continuar alisando. La crema en contacto con la espátula caliente se templa lo suficiente para que deslice fácilmente.
Pues bien, tan sólo nos queda decorarla. Para ello días antes habremos hecho las figuritas con fondant y así al utilizarlas ya estarán secas.
Para hacer la luna amarilla usaremos una pizca del colorante naranja, pero muy poco y amasaremos el fondant lo justo para que se una el color pero que nos queden esos halos de varios tonos. Extendemos con un rodillo y con un aro de cocina o similar cortamos una circunferencia. Para que coja forma curva la colocaremos sobre algo que nos pueda ir bien, por ejemplo un frasco grande. Si no lo dejamos secar así después no podremos curvarla para colocarla en la tarta porque se nos partirá. Para las calabazas usaremos colorante naranja. El cuerpo de Skeleton lo haremos por partes y nos vamos a ayudar de alambres especiales para repostería (los que se utilizan para hacer flores de fondant), los vamos a ir cubriendo con el fondant blanco y cuando haya secado por completo pintaremos las rayas del traje con rotulador negro comestible. Haremos también, los zapatos, la pajarita y la americana. Para las lápidas y cruces usaremos una pizca de colorante negro, queremos conseguir un gris como si fuera mármol. Para ello, como os he dicho antes, no amaremos demasiado. Dejamos secar bien todas las figuras un par de días por lo menos y a continuación vamos a pintar los ojos, nariz, boca, traje y lápidas con el rotulador. Vamos a forrar también una base para tarta del fondant teñido de gris. Centramos la tarta en la base y escribimos las letras BOO !! con colorante rojo intenso mezclado con una pizca de negro y con ayuda de un pincel. Trituramos las galletas oreo para simular la tierra del cementerio, pero sin el relleno. Extendemos por la superficie de la tarta y un poquito por la base y colocamos la luna.
Y llega la parte más divertida, la de decorarla colocando todas las figuritas de fondant que teníamos preparadas.
Ya tenemos nuestra tarta lista para ser devorada. Y como no, a nuestro amigo Jack también le pertenece su porción. No me digáis que no es un tipo simpático 🙂
Espero que paséis una divertida pero aterradora noche de halloween. Yo ya me he plantado y este año he dicho que me niego a ver más películas….. aunque seguro que cae alguna porque lo mío es una contradicción absoluta, es decir, me dan pavor pero a la vez me gusta verlas, como se entiende eso? 🙂
Por cierto, no olvidéis poner una calabaza en la puerta de casa para ahuyentar los malos espíritus…… BOO!!! 😉
Hasta la próxima. Besos terroríficos
Ali