Tres años hace ya desde que publiqué mi primera receta, aquellas deliciosas tartaletas con crema y fruta (todos tenemos unos inicios 🙂 ) con las que además celebraba mi cumpleaños, y es que para quien no lo sepa mi regalo aquel día fue la configuración de este blog en el que se abría ante mí la puerta para poder plasmar mi afición favorita. He de reconocer que en un principio iba más perdida que un pingüino en Africa la verdad jejejej….. y es que no conocía este mundillo y mi poca habilidad para manejarme con el ordenador me hacían pedir ayuda constantemente, porque eso es otra, de nunca me ha gustado la informática…. nunca. Y en casa siempre me decían, si le pusieras un poquito de interés… Pero es que a ver….. no le pongo interés pues porque no me gusta, no hay más. Lo que pasa es que una tiene amor propio y es sabido de que cuando algo quieres.… algo cuesta. Y como en mi pensamiento había una vocecita que me taladraba insistentemente de que debía ser autosuficiente, que no podía estar siempre dependiendo pues no me quedó otra que ponerme manos a la obra y a base de tocar teclas, trastear y cometer errores fue como pronto empecé a controlarlo y la verdad es que luego pensaba, no sé porque no lo he hecho antes. Nunca es tarde.
Pues desde entonces han pasado tres años y quién me iba a decir a mí que podría mantenerlo durante tanto tiempo. Y es que no hay nada como poder hacer lo que a uno le gusta, no tiene precio. Espero seguir por mucho más.
Para celebrarlo he preparado un Bund cake. Se trata de un bizcocho horneado en un molde característico llamado Bundt, que tiene forma de corona con un hueco en el centro por el que circula el aire, permitiendo así un horneado más uniforme. Es típico de la repostería americana, de miga densa y apretada pero suave, ligeramente húmeda y con un exterior crujiente. Hoy os voy a dar los tips para que os quede estupendísimo. Pues venga va, que comenzamos.
Ingredientes para el bizcocho:
350 gr harina
225 gr mantequilla
200 gr azúcar blanco
100 g azúcar moreno
1 pizca de sal
2 cdtas levadura
zumo de 1 limón
4 huevos
250 ml leche + zumo 1 limón (para hacer la buttermilk)
Para el glaseado:
120 gr azúcar glas
pasta de pétalo de rosa
Para la decoración:
pétalos de rosa deshidratados
pistachos troceados
Antes de nada indicaros que todos los ingredientes deben estar a temperatura ambiente, todos.
Vamos a comenzar preparando el molde. Dado que tiene las aristas muy marcadas y no podemos forrarlo con papel vegetal como haríamos con otro tipo de moldes lo vamos a engrasar con mantequilla asegurándonos de que todos los recovecos queden bien untados y siempre de abajo hacia arriba como indicándole a la masa hacia donde tiene que ir. Esto es aplicable a cualquier molde. A continuación espolvoreamos ligeramente con harina y retiramos el exceso dándole unos golpecitos al molde vuelto hacia abajo.
Antes de comenzar a hacer la masa vamos a dejar preparados los ingredientes para después mezclarlos. Así primeramente preparamos la buttermilk. En alguna ocasión ya os he comentado que es un ingrediente fantástico para dar jugosidad a los bizcochos. Como no en todos los supermercados encontramos lo vamos a hacer casero añadiendo el zumo de limón a la leche y lo dejamos reposar 10 minutos sin remover. Veremos que se forman como unos grumos y parece leche cortada. Es el aspecto que tiene que tener. Seguidamente tamizaremos la harina junto con la pizca de sal y la levadura para que ésta quede bien repartida y el bizcocho suba por todas partes igual. Batiremos ligeramente los huevos. Rallamos el limón, lo exprimimos y lo colamos.
Ahora sí, comenzamos a preparar la masa. Batimos la mantequilla junto con el azúcar durante unos 10 minutos con varillas eléctricas (no cuchillas) a velocidad media hasta que blanquee y tenga una textura esponjosa. Con ello conseguiremos que se formen burbujas de aire que propiciarán que crezca bien. A continuación y sin dejar de batir vamos a ir añadiendo el huevo poco a poco, dejando que se mezcle bien en cada incorporación. Aquí es muy importante lo que os decía, que los huevos estén a temperatura ambiente porque si los añadimos fríos a la mantequilla se nos cortará la masa, al igual que si los echamos sin batir. Por ello lo de batirlos ligeramente y echarlos de poco en poco. Una vez los tengamos integrados añadimos la ralladura y zumo de limón y seguidamente la harina y la buttermilk por tandas, es decir primero un poco de harina, después buttermilk…… así hasta terminar. Mezclamos a velocidad baja o con varillas a mano, para que la mezcla no pierda volumen y también para evitar que se desarrolle el gluten de la harina y nos quede una masa correosa.
Vertemos la masa en el molde desde un lado dejando que se vaya acomodando por todos los recovecos y una vez esté toda en el molde damos unos ligeros golpecitos para que se distribuya bien y desaparezcan las burbujas gruesas que se hayan formado.
Introducimos en la parte central del horno precalentado a 180ºC con calor arriba y abajo y sobre una rejilla para que circule mejor el aire y la cocción sea la adecuada. Horneamos de entre 45 y 50´. Comprobamos que esté hecho clavando un palo de brocheta y si sale limpio lo retiramos del horno. Dejamos reposar en el molde sobre rejilla durante 10 minutos exactos y os digo el porqué. Si lo dejamos menos tiempo, el bizcocho estará demasiado caliente y se nos romperá al desmoldarlo. Si nos excedemos de tiempo el bizcocho se humedecerá con lo cual también se nos romperá. Así que lo ideal son 10 minutos, comprobado!
Para desmoldarlo cogeremos el molde y lo moveremos para despegar el bizcocho. Cuando notemos que está suelto colocaremos la rejilla sobre el molde y le daremos la vuelta para que caiga. Ojo! con no quemarnos que el molde aguanta mucho el calor! Dejaremos enfriar por completo y, mientras, preparemos el glaseado.
Para ello echamos en un recipiente el azúcar glass tamizado y una cucharada de agua. Lo mezclamos bien con una cuchara o varilla pequeña. Cuesta un poco al principio, hasta que comienza a humedecerse el azúcar pero es importante ir añadiendo agua poco a poco hasta que consigamos la textura que nos guste. Añadimos la pasta de pétalo de rosa y seguimos mezclando. No os indico cantidad porque eso va en gustos, dependiendo de lo concentrado que os guste el sabor. Empezaremos con una cucharadita y añadimos más según lo veamos. Si nos ha quedado muy líquida, añadimos más azúcar. Y al contrario, si nos ha quedado muy espesa añadimos un par de gotas de agua o de la pasta de rosas. Hemos de conseguir una crema densa pero que tenga caída.
El glaseado lo verteremos sobre el bizcocho frío y un poco antes de servirlo para que se mantenga brillante y con aspecto apetecible.
Finalmente decoramos con trocitos de pétalo de rosa deshidratado y pistachos troceados.
Y ya lo tenemos terminado. El bizcocho no es muy dulce con lo cual el glaseado le aporta ese extra que lo hace delicioso. Podemos hacerlo de otros sabores como de limón o naranja, en ese caso sustituiríamos el aroma de pétalo de rosa y el agua por el zumo.
No necesita nada más.
Aunque es un bizcocho húmedo también lo es contundente, con lo cual yo prefiero tomarlo para desayunar o merendar y si lo acompaño con un chocolate a la taza mejor que mejor 😉 Después de una comida puede resultar un poco pesado.
Finalizo dándoos las gracias un año más por acompañarme al otro lado de la pantalla, sin duda una motivación más para seguir. Se os quiere. Besos
Ali
Consejos y sugerencias:
*Podemos sustituir la buttermilk por yogur, leche o nata.
*La pasta de pétalo de rosa lo podemos encontrar en tiendas especializadas en productos de repostería o por internet.
*Los pétalos de rosa deshidratados los podemos encontrar en cajitas que venden preparadas con diferentes botánicos para dar aroma a los gin tonics.