Tarta de calabaza americana o Pumpkin Pie

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Ahora que estamos metidos de lleno en el otoño no he encontrado mejor ocasión para traeros un dulce que es muy de temporada: la tarta de calabaza americana o pumpkin pie. La única diferencia con la que hacemos aquí es que aquélla se elabora con masa quebrada y yo, me vais a perdonar pero tengo debilidad por este tipo de tartas, me encanta todo lo que se elabora con masa quebrada porque le aporta ese crunch que hace que un postre pase de estar rico a ser irresistible. Y ojito que no es una tarta cualquiera, tiene un sabor especiado y característico que combinado con la textura aterciopelada del relleno y el crujiente de la masa harán que os derritáis al primer bocado. 

Los americanos suelen tomarla el Día de Acción de Gracias. Nosotros la vamos a tomar hoy de postre, aunque un poquito más tarde de lo habitual porque como ya sabéis esta madrugada hemos atrasado los relojes una hora. Lo cual, en mi caso representa que me voy a levantar a la misma hora pero voy a comer una hora más tarde 😦  No sé si voy a aguantar. Tendré que hacerlo, que remedio!  Y vosotros me diréis Pues duerme un ratito más!  A lo que yo os contesto Pues ojalá pudiera! Porque cuando llega la hora y abro el ojo ya puedo ir pensando en poner los pies en el suelo porque no me vuelvo a dormir ni para atrás.   Ainsssss algún domingo he envidiado a esa gente que duerme plácidamente hasta las 12:00 del medio día. Yo creo que eso no lo he hecho en mi vida, ni de jovencita después de una noche de fiesta. Creedme, no os miento. Ahora que….. luego la siesta no me la saltaba aunque me ofrecieran el mejor plan del mundo. Y es que leí que todos tenemos un ritmo biológico, hay gente diurna y gente nocturna. Yo debo ser de las diurnas 😉

Y digo yo……. y si dejaran ya de mover la hora para adelante y para atrás? Porque…. pregunto…. realmente es efectivo? No sé, no entiendo de ahorros energéticos, pero tengo mis dudas. Que alguien mire eso por favor! Y es que pienso que lo que se ahorra por un lado se pierde por el otro. Ya habló la experta!! jejej….. No, ahora en serio, creo recordar que fue hace un par de años cuando en el Parlamento Europeo se planteó la posibilidad de hacer un último cambio de horario y que cada país decidiera cual le convenía más, si el de invierno o el de verano, pero por lo visto hasta el año que viene no se va a decidir. Por lo que, de momento nos nos queda otra que seguir adaptándonos cuando toque. Por cierto, sabíais que por cada hora de cambio a nuestro cuerpo le cuesta un día adaptarse? O sea, 24 días de adaptación?? ……mae mía!!! Esto no puede ser bueno. Que se reúnan ya por favor y lo decidan de una vez 😉

Bueno, vamos a lo que vamos, os comentaba que la tarta de hoy es el postre perfecto de otoño. La clave de su éxito está en una buena masa quebrada, así que seguid leyendo que os voy a dar los tips para que os quede de diez.    

Para un molde de 23-25  cm de diámetro necesitamos:

Para la masa quebrada:

250 g harina

150 g mantequilla fría en dados

1 yema de huevo

30 g azúcar

2 cdas agua muy fría

unas gotas de esencia de vainilla (opcional)

Para el relleno:

425 g de puré de calabaza

3 huevos “M”

250 ml nata líquida

100 g azúcar moreno molido

15 g harina de maíz

1cdta canela en polvo

1 cdta. jengibre en polvo

1 pizca de nuez moscada molida

1 pizca de pimienta negra molida

1 pizca de sal 

Para acompañar:

nueces pecanas 

nata montada 

Comenzamos asando la calabaza. Para ello la vamos a partir por la mitad a lo largo, retiramos las pepitas y la colocamos en una bandeja de horno boca abajo para que no se reseque el interior.

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Horneamos a 180ºC con calor arriba y abajo, de 45 minutos a una hora aprox. dependiendo de cómo sean de grandes.  La pincharemos con una brocheta para comprobar que está cocinada. Una vez esté asada y fría, retiramos la pulpa con una cuchara y desechamos la corteza.

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A continuación prepararemos el relleno mezclando en una batidora potente todos los ingredientes. Lo ideal es que quede una mezcla bien fina para que luego en boca resulte sedosa. Me gusta prepararla con tiempo porque así con el reposo desaparecen las burbujas que se hayan formado al batirla a alta potencia. Reservamos en la nevera.

Le toca el turno a la masa quebrada para la tartaleta. Como su nombre indica es una masa muy quebradiza pero para que así quede hay unos cuantos detalles que no hay que obviar y que os voy a ir contando.  En un recipiente amplio mezclamos la harina junto con el azúcar y la mantequilla fría cortada en dados pequeños. Con las yemas de los dedos vamos a mezclar los ingredientes, hasta conseguir una especie de migas.

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Importante que la mantequilla no se derrita con el calor de nuestras manos por lo que si vemos que empieza a quedar muy blandita meteremos el recipiente en la nevera unos 10 minutos y después seguiremos mezclando. Añadimos unas gotas de esencia de vainilla, la yema de huevo y las dos cucharadas de agua. No hay que amasar, tan sólo cohesionar ya que no queremos que se desarrolle el gluten ni que se derrita la mantequilla. Para estos casos va genial tener una amasadora o un robot de cocina ya que la masa se elabora con rapidez y la mantequilla se mantiene fría.  Formamos una bola que envolvemos en film y llevamos a enfriar a la nevera un ratito, sobre 1/4 h, no mucho más porque endurecerá demasiado y nos costará estirarla.

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Sacamos la masa de la nevera y con ayuda de un rodillo y entre dos papeles de hornear la estiramos procurando darle forma circular dejándola de un grosor de unos 4 mm. Engrasamos y enharinamos ligeramente el fondo y las paredes del molde. Tened en cuenta que al engrasar el molde, aunque le hayamos puesto un poco de harina,  la masa se resbalará al cocinarse y puede que se encoja un poco por lo que  a la hora acoplar la masa dejaremos que sobresalga. Le damos un poco de forma en el borde superior como una especie de onditas o, si nos ha sobrado masa,  podemos hacerle algún adorno por ejemplo un trenzado…. lo que nos apetezca en ese momento. Pinchamos la base y llevamos nuevamente a la nevera durante unos 30 minutos para que esté bien fría a la hora de hornearla.

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Precalentamos el horno a 200ºC con calor arriba y abajo. Vamos a hacer un horneado en blanco o, lo que es lo mismo, cocinar la masa sin el relleno.  Por una razón muy sencilla y es que, si no lo hacemos así y ponemos directamente el relleno en la masa cruda, la humedad del relleno será absorbida por la masa y el resultado será una masa de tarta empapada y blanda en lugar de crujiente y hojaldrada por todas partes. Y no me digáis que no es frustrante que después de haberla elaborado con todos los detalles para que nos quede divina de la muerte, se nos vaya al traste por ser correndillas 😉  Si el relleno no fuese tan líquido podemos ponerlo directamente sobre la masa cruda, pero en este caso no os lo aconsejo. Y como creo que os he convencido continuamos. Bien, pues para que la masa no se infle en el horno, aparte de pinchar la base le vamos a poner peso encima. Arrugamos una hora de papel vegetal y colocamos legumbres secas.

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Colocamos el molde en la bandeja inferior del horno y horneamos durante 15 minutos. Retiramos del horno, bajamos la temperatura a 190ºC  y con sumo cuidado agarrando las esquinas del papel retiramos las legumbres, volvemos a meter en el horno y lo dejamos otros 10 minutos más. 

Ya tenemos hecho el horneado en blanco, así que vamos a retirar la tarta del horno y vertemos la mezcla de calabaza sólo hasta cubrir las 2/3 partes para que se aprecien los bordes, estéticamente queda más bonito. Además de que si lo llenamos hasta arriba puede que se nos desborde  ya que mientras se cuaja aumenta de volumen aunque después baje al enfriarse.

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 Llevamos de nuevo al horno a cuajar durante unos 45 minutos a 190ºC.  Una vez ha terminado el tiempo y sin sacar la tarta,  dejamos entreabierta la puerta del horno un ratito para que se vaya enfriando poco a poco y así evitaremos que se nos formen grietas por la diferencia de temperatura. Retiramos del horno definitivamente y dejamos enfriar sobre una rejilla para evitar que se acumule vapor en la base y se humedezca.

Antes de desmoldar hemos de dejar que enfríe unas horas ya que el relleno una vez cuajado se asemeja al flan y si lo desmoldamos en caliente es posible que se nos rompa.

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Se suele tomar tibia o fría y acompañada de una bola de helado o nata montada… En este caso con nata montada y nueces pecanas que previamente a trocearlas las he tostado en el horno unos minutos aprovechando que estaba caliente durante el horneado en blanco. 

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Esta tarta especiada tan de otoño tiene un sabor particular que, incluso si no os gusta la calabaza, deberíais de probar. 

Espero que os haya gustado y que lo disfrutéis. 

Ali xxx

CONSEJOS Y SUGERENCIAS:

*Normalmente la masa quebrada no lleva la esencia de vainilla pero yo la he añadido porque queda riquísima.

*Como os indicaba, si el relleno fuese sólido, por ejemplo, fruta no acuosa podemos poder el relleno directamente. No obstante,  como durante el horneado la fruta puede soltar jugos, yo tengo un truco infalible que consiste en extender una ligera capa de almendra molida en la base para que los absorba 😉

*En cuanto a las especias podéis variar las cantidades o no poner alguna de ellas,  eso va en gustos,  pero sí os he de decir que la combinación de todas ellas hacen que sea una tarta muy aromática y muy otoñal. 

*Para la medida del molde de 23-25 cm nos va a sobrar masa y relleno. Os iba a sugerir de hacer otra tarta más pequeña pero no hay suficiente relleno. Lo que sí podemos hacer es congelar la masa quebrada para otra ocasión.

*Sobretodo:  horneado en blanco y respetar los tiempos, son importantes para el resultado final. 

*Podemos utilizar la masa quebrada para hacer preparaciones saladas. En ese caso no añadiremos azúcar a la masa. 

*Si no tenemos tiempo o no nos queremos complicar mucho la vida podemos comprar la masa quebrada ya hecha. No será lo mismo desde luego, pero nos puede servir. Eso sí, haciendo el horneado en blanco igualmente.

*Otra opción en lugar de hacerla con masa quebrada es prepararla con la  típica base de galleta triturada con mantequilla, cubriendo la base e incluso las paredes del molde. Si preferís hacerlo así, lo ideal sería que una vez hayáis acomodado la masa de galletas en el molde, le deis un golpe de horno de unos 10 minutos a 170ºC. De esta manera la galleta quedará crujiente al tostarse un poco. Pasados esos minutos, retiráis del horno,  dejáis enfriar para endurecer, vertéis la mezcla de la calabaza y al horno a cuajar. Es una opción rápida y  muy resultona. 

 

 

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