Una cosa….. no os da la impresión de que el tiempo está pasando demasiado deprisa o es que me lo parece a mí? No sé….. quizá sean las ganas que tengo de que todo esto de la pandemia termine de una santa vez. Y supongo que debe de tratarse de un mecanismo de defensa ante esta situación que nos empieza a pesar un poquito, bueno….. un poquito bastante y que para más inri no le vemos el final porque por lo visto el dichoso bicho parece ser que se encuentra a gusto entre nosotros y no es tan fácil echarlo. Y es que cuando creemos que ya lo tenemos controlado llega el tío Paco con las rebajas y nos trae una nueva cepa o una nueva ola. Dios…… a veces pienso que se trata de un mal sueño del que no puedo despertar 😦
Total, que hace cuatro días que comenzamos el año y tontín tonteando ya estamos en puertas de la Semana Santa. Esperemos que por lo menos el tiempo estos días nos acompañe y podamos, manteniendo las medidas de seguridad, disfrutar dentro de nuestras comunidades de alguna que otra excursión por el monte… mojarnos los pies en la playa….. o, qué sé yo…. tomarnos una cervecita en una terraza, por ejemplo. Pequeños grandes lujos.
Se echan de menos tantas cosas que nos ha robado….. En fin quiero pensar que aunque el camino está siendo largo, ya falta muy poquito para salir del túnel, nos queda un último empujón, siempre que lo hagamos bien. Y confío en que así sea porque, supongo que como todos, tengo mis esperanzas puestas en poder disfrutar de un verano un poquito decente, mejor que el anterior si es posible, porque sinó…. vamos a acabar trastornaos 😦
Por lo pronto, yo sigo haciendo repostería (suerte de las caminatas!) que me ayuda a evadirme y hoy os traigo un bollo de Pascua rico rico. Es una especie de brioche pero no exactamente. Perfecto para desayunar o merendar con un chocolate a la taza, un buen vaso de leche o para untar con mantequilla y mermelada por ejemplo. Y con lo que nos sobre siempre podemos cortarlo en rebanadas y preparar unas deliciosas torrijas tan típicas de estas fechas. Quedarán de cine.
Comenzamos ya, que nos lleva un ratito. Mirad, vamos a necesitar:
Para el preferemento:
100 g harina de fuerza
100 ml leche templada
5 g levadura fresca (de panadero)
Para la masa:
El prefermento
450 g harina de fuerza
5 g levadura fresca de panadero
3 huevos “M”
110 g azúcar
40 ml de leche
40 ml de zumo de naranja + ralladura
40 g miel
25 ml anís dulce
60 g mantequilla en pomada
Para decorar:
1 huevo + 1 cucharada de leche
sprinkles o azúcar perlado o azúcar humedecido (opcionales)
Comenzamos preparando el preferemento. Para ello vamos a templar la leche, la vertemos en un recipiente y disolvemos en ella la levadura. Ojo, la leche debe estar templada porque si la calentamos mucho matamos la levadura. Añadimos la harina y mezclamos hasta que esté integrada. No es necesario amasar. Tapamos el recipiente con un film transparente y dejamos fermentar durante 1 hora aprox. en un lugar cálido apartado de corrientes de aire hasta que doble su volumen.
Una vez que tenemos preparado el prefermento vamos a preparar la masa del bollo. Podemos hacerla tanto a mano como en amasadora. La única diferencia es que a mano necesitamos emplear el doble de tiempo para lograr una masa lisa y elástica. Yo he usado amasadora que para algo la tengo, que trabaje la máquina! ejejej… Bien, pues hacer la masa vamos a poner en el vaso de la amasadora el prefermento así como el resto de ingredientes excepto la mantequilla. Amasamos a velocidad media unos 8-10 minutos hasta que la masa haya cohesionado. A continuación añadimos de poco en poco la mantequilla para que se vaya integrando y subimos a velocidad media-alta. Amasamos otros 15 minutos más o menos o hasta que veamos que la masa se ha vuelto elástica y se despega de las paredes del vaso. Cuando ya la tengamos en ese punto, la sacamos, formamos una bola con ella y la dejamos reposar en otro recipiente amplio, ligeramente engrasado. Cubrimos con un paño y dejamos levar de nuevo, como hemos hecho con el prefermento, en un lugar cálido alejado de corrientes de aire, durante 1 y 1/2 h aprox. Todo va a depender de la temperatura ambiente, cuanto más cálida sea antes levará.
Un truquito para acelerar el proceso consiste en dejarla reposar dentro del horno que habremos precalentado al mínimo, es decir, a 30ºC. El horno apagado evidentemente. Si utilizamos este método hay que estar atentos para que la masa no leve demasiado porque corremos el riesgo de que se pierda la estructura del gluten y que después al hornearse nos quede la miga hueca. Así que cuando haya pasado una hora le echáis un vistazo.
Una vez haya doblado su volumen, la desgasificamos ligeramente clavando el puño en la masa.
A continuación la dividimos en dos porciones iguales más o menos.
Estiramos cada una de las dos porciones formando dos tiras de igual largo, lo suficiente para que podamos enroscarlas entre sí.
Y las vamos entrelazando una sobre la otra como si se tratara de una trenza de dos cabos.
Unimos los extremos y llevamos directamente a la bandeja de horno forrada con papel vegetal. Colocamos un aro o un vaso en el centro para que no se nos cierre del todo la rosca, aunque después al hornearse se cerrará, porque para eso es un bollo, pero ahora lo que interesa es que aumente de volumen hacia arriba y hacia afuera. Y de nuevo a levar otra hora, igual que antes.
Pasada la hora, batimos el huevo con la cucharada de leche y lo pincelamos con cuidado de no pincharlo para que no se desinfle. Lo mejor es utilizar un pincel de silicona. Decoramos con unos sprinkles o con azúcar perlado, frutos secos triturados, montoncitos de azúcar humedecido…. o lo dejamos tal cual, eso a gusto de cada uno.
Precalentamos el horno a 180ºC con calor arriba y abajo. Horneamos durante unos 25 minutos. Si vemos que se tuesta más por un lado que por otro podemos cubrirlo con papel de aluminio para que no se nos queme mientras termina de hacerse.
Pasado el tiempo, retiramos del horno y dejamos enfriar por completo.
Como siempre os digo, la bollería tiene la vida muy corta. Por eso, lo ideal es consumirla en el día. Si nos sobra podemos envolverlo en film y dentro de un recipiente hermético, no necesariamente en la nevera. A la hora de tomarlo le podemos dar unos minutitos de horno a 50ºC para que recupere su ternura o, como os decía al principio, podemos cortarlo en rebanadas y preparar unas deliciosas torrijas.
No os podéis imaginar cómo huele de bien, como bien dicen……. huele que alimenta! Si os apetece un trozo sólo tenéis que decirlo. Pedir por esa boquita 🙂
Y hasta aquí la entrada de hoy. Lleva trabajo pero merece la pena, lo hecho en casa no tiene precio.
Que seáis felices.
Ali
Es que tiene una pinta, y si todo pasa lento y deprisa a la vez
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Gracias Encarna, y además con un chocolatito a la taza está pa´morirse. Un abrazo wapetona y Felices Pascuas!!
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