Tarta para Oxigen Saló

Tal y como os prometí en la entrada anterior hoy vengo a contaros cómo preparar esta deliciosa tarta, el elemento principal de la mesa dulce que preparé para celebrar la inauguración del nuevo salón de peluquería a la que vengo siendo fiel desde hace 25 años, que se dice pronto. 

A la hora de hacer una tarta personalizada hay que intentar buscar elementos que nos puedan servir de inspiración, no hace falta que sean muchos, con uno es suficiente. A partir de ahí es ir tirando de imaginación, siempre y cuando ésta no esté de vacaciones que ya pasa… que es ponerte a pensar… y pensar…. y pensar….. sin rendimiento alguno, lo que implica entrar en agotamiento y bloqueo mental, donde lo único que sacas en claro es que estás perdiendo el tiempo….. Pero es el precio que hay que pagar si queremos algo original y exclusivo. 

Cuando me ocurre eso, procuro dedicarme a otras tareas para distraerme y romper ese bucle de pensamiento que he estado alimentando yo solita al pensar constantemente en el mismo objetivo. Y suele funcionar porque cuando menos te lo esperas el ingenio viene a verte y más vale que te pille con papel y lápiz cerca o la idea se esfumará antes de que pestañees. Quizá he exagerado un poco pero, por propia experiencia, procuro anotarlo..… para algo tiene que servir la aplicación de notas del móvil. Que luego a la hora de ponerte a desarrollar la idea es probable que surjan contratiempos y tengas que tirar de improvisación, eso hay que tenerlo siempre en cuenta. Así que, lo mejor es no ponerse nervioso y campear el temporal lo mejor que se pueda. Más de una vez me ha pasado esto y aunque de primeras pongo el grito en el cielo, intento calmarme, buscar alternativas…  y algunas veces el resultado final ha sido mejor que lo que tenía pensado.

Para hacer la tarta que os traigo hoy partía de la base de que es una peluquería con decoración moderna en la que predominan los tonos blanco, negro, gris y dorados, por lo tanto ya tenía material por donde empezar pues esos colores iban a ser los que utilizaría. Esta tarta consta de 6 capas de bizcocho de mantequilla, quería que tuviera altura pues para mi gusto quedan mucho más bonitas. Está rellena con nata vegetal y mermelada de fresa. La nata vegetal no necesita conservación en frío y es fabulosa porque se mantiene íntegra todo el tiempo, lo cual era perfecta para la ocasión por la ola de calor extremo que veníamos sufriendo. Lleva una cobertura por todo el contorno también de nata vegetal y a continuación va forrada con una fina capa fondant que, pese a que no soy muy fan de este ingrediente, era la única cobertura que podía mantenerse un poco firme ese día. Para darle un acabado más elegante dejé todo el borde superior con un aspecto irregular que posteriormente pinté con pintura comestible de color oro metalizado. Unas piruletas hechas con azúcar isomalt y colorantes negro y blanco simulaban las pompas de jabón. El logo frontal lo encargué hacer y es de papel de azúcar. Os pongo la receta, mirad:

Hemos de hacer 3 bizcochos que después partiremos en dos cada uno obteniendo así 6 capas. 

Para cada bizcocho (molde 13 cm):

2 huevos “M” a temperatura ambiente

120 g mantequilla blanda 

120 g harina

120 g azúcar

1 cdta. vainilla en pasta o esencia de vainilla

Para relleno y cobertura:

almíbar hecho con 1 vasito agua + 1 vasito azúcar

1 l nata vegetal

mermelada de fresa

Para las decoraciones:

1/2 kg fondant negro + colorante comestible en gel color oro metalizado

azúcar isomalt + colorantes comestibles en gel colores negro y blanco

brochetas de papel o madera

impresión comestible en papel de azúcar con el logo

Mientras preparamos el bizcocho ponemos a precalentar el horno a 165ºC con calor arriba y abajo. Engrasamos el molde con mantequilla y/o spray desmoldante, colocamos un círculo de papel vegetal en la base y espolvoreamos las paredes con harina retirando el exceso.

Comenzamos batiendo con varillas eléctricas y a velocidad media-alta la mantequilla junto con el azúcar durante unos 5 minutos hasta que esponje y blanquee. Este paso es importante porque como os habréis fijado no vamos a usar levadura, por tanto necesitamos que la masa coja aire para que luego el bizcocho quede tierno y no mazacote. A continuación, bajamos un poco la velocidad y añadimos los huevos de uno en uno, es decir, hasta que no esté bien combinado el primero no añadimos el segundo. Tamizamos la harina y la incorporamos en varias tantas, mezclando con una espátula de mano con suavidad y movimientos envolventes, es decir, desde abajo hacia arriba para que no pierda volumen. En este punto también es importante no sobrebatir la mezcla, así que cuando hayamos incorporado toda la harina y veamos que no hay grumos paramos de mezclar.  Vertemos la masa en el molde, le damos unos golpes en la base para asentar la masa y que no queden huecos e introducimos en el nivel medio del horno. Cocinamos durante unos 40 minutos aprox. Comprobamos que está hecho clavando en el centro un palillo de brocheta y si éste sale limpio ya podemos apagar el horno. Dejamos dentro con la puerta entreabierta unos cinco minutos y a continuación retiramos a una rejilla. Pasados unos minutos desmoldamos y dejamos enfriar. Repetimos la operación para hacer los otros dos.

Lo ideal es hacerlos de un día para otro y conservarlos envueltos en film y a temperatura ambiente. Al día siguiente, con ayuda de una lira o un cuchillo de sierra los cortamos en dos.  El copete lo retiramos.

El día anterior también dejaremos preparado el almíbar para que enfríe y adquiera textura. Para ello pondremos el azúcar junto con el agua en un cazo a fuego medio-alto. Dejamos que hierva un par de minutos y retiramos. Una vez frío lo guardamos en un tarro de cristal. 

Pincelamos los bizcochos con el almíbar que, aunque es un bizcocho que no lo necesita porque es jugoso, no le viene mal.

Montamos la nata vegetal. Para ello necesitamos que esté muy fría. Yo lo que suelo hacer previamente es meter también el bol y las varillas en la nevera. No la vamos a montar mucho para que no esté muy dura ya que en boca no es tan agradable. Así que cuando veamos que toma cuerpo y es estable paramos de batir. Este tipo de natas es ideal porque como os decía no necesita conservación en frío y se mantiene íntegra todo el tiempo, por lo que no tengáis miedo en no dejarla muy montada porque no se va a venir abajo. Normalmente este tipo de natas ya viene endulzada. No tiene el mismo sabor que la nata que utilizamos normalmente pero es muy resultona. Podemos añadirle saborizantes naturales como cacao en polvo, polvo de fruta liofilizada, vainilla, canela…. lo que más nos interese. 

Comenzamos con el montaje. Colocamos el primer bizcocho sobre una base para tartas y ésta a su vez sobre una base giratoria para trabajar mejor. Llenamos una manga pastelera provista de boquilla redonda o sin boquilla, es indiferente. Ponemos un círculo de nata y rellenamos el centro con mermelada, tal y como se aprecia en la fotografía.

Ponemos la siguiente capa de bizcocho encima y repetimos la operacion. Así hasta terminar con el último.

A continuación extenderemos una fina capa de nata por toda la tarta, alisamos con una espátula y llevamos a enfriar a la nevera durante 1 hora para que endurezca un poco antes de darle la capa definitiva. El objetivo de esta primera cobertura es sujetar la miga.

Retiramos de la nevera y extendemos otra capa de nata por todo el contorno, esta vez más generosa pero no mucho más ya que después pondremos el fondant y no queremos que éste se humedezca demasiado. Alisamos con una paleta alisadora, valga la redundancia.

Hemos de intentar dejarla lo más lisa posible ya que el fondant que le pondremos después no tapa las imperfecciones, al contrario, las remarca. Pero no desesperéis, con paciencia y práctica se consigue. Tampoco hay que dejarla perfecta, simplemente hay que procurar que no le queden barrigas ni formas raras. La llevamos a la nevera para que endurezca un poco y mientras tanto estiramos el fondant. 

El fondant negro es de los más complicados a la hora de trabajar porque se agrieta con facilidad. Para que eso no ocurra es necesario amasarlo bien con las manos hasta lograr que tenga elasticidad. Medimos el contorno de la tarta y su altura. 

Estiramos el fondant sobre un tapete de silicona o sobre una superficie en la que hayamos espolvoreado maizena para que no se quede pegado. El grosor que sea de unos 4 mm más o menos, ni muy gordo ni muy fino. Lo medimos y cortamos, dejando uno de los lados largos irregular, tal y como quede, lo bonito de esto es que haga la onda natural y si está un pelín agrietada mejor. Si hay mucha grieta como veis en la fotografía, la podemos suavizar moldeándola un poco con los dedos como hice yo después.

Sacamos la tarta del frigo y ahora con delicadeza y rapidez al mismo tiempo colocamos el fondant alrededor de la tarta, presionando ligeramente con las manos para amoldarlo. Si hay excedente lo recortamos con un cuchillo afilado y sellamos la junta con una paleta alisadora especial para fondant y, si no tenemos, pues con las manos

Con ayuda de un pincel, pintaremos todo el contorno superior con el colorante comestible de color oro metalizado. Me encanta como queda, cambia el aspecto al 100%.

Una vez que ya tenemos el borde superior pintado, colocamos la impresión comestible en la parte frontal. Para ello, no necesitamos más que pincelarlo por la parte posterior con un pelín de agua, lo justito para poder pegarlo, si lo humedecemos mucho se deformará. Sujetamos unos segundos con las manos hasta que esté totalmente pegado. Hemos de tener especial cuidado de que no caiga ninguna gota de agua sobre el dibujo o lo emborronará. Avisados quedáis 🙂

Para finalizar prepararemos las piruletas de isomalt. Podéis visitar esta entrada donde os cuento cómo se preparan. En este caso utilicé un tapete de silicona para dejarlas secar porque se despegan con más facilidad y total al llevar los colorantes no iban a quedar transparentes como las de esa entrada. Ahí también os hablo de este ingrediente, que es menos inofensivo de lo que parece, saludablemente hablando. Haremos algunas piruletas de más para coger las más bonitas o por si queremos combinarlas por tamaños a la hora de colocarlas.

Colocamos las piruletas graciosamente y a partir de este momento la tarta ya no puede ir a la nevera porque la humedad es el mayor enemigo del fondant, lo dejaría chicloso y no mola nada. Sé que hay trucos para evitar esto, por ejemplo, nada más sacarla de la nevera darle aire con un secador el tiempo suficiente hasta que pierda la humedad. Pero como no lo he probado, no os puedo garantizar el resultado. Es por eso mismo que utilicé ingredientes que no necesitasen frío para el relleno y la cobertura. Sin embargo, sí aconsejo dejarla en la estancia más fresca de la casa, siempre y cuando no sea un balcón o alféizar de ventana, más que nada porque pueden acudir hormigas o pájaros, dependiendo de donde viváis. Por ahorraros el disgusto más que nada ejjjejj.

Y este ha sido todo el proceso. Lleva un poquito de tiempo, sobretodo planificación, pero el resultado merece la pena. No he podido dejaros el corte de la tarta porque no era caso ponerme a tirar fotos en mitad de la celebración con los invitados por allí deseosos de probarla, pero supongo que ya os lo imagináis. 

Besos y hasta la próxima.

Ali

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