Tarta de nueces pecanas o Pecan Pie

Hoy es el cuarto jueves del mes de noviembre. Y me diréis: pues vaya descubrimiento! Pues eso mismo digo yo…. ajajjah. No…. a ver, os cuento,  para nosotros es un jueves como otro cualquiera, sin embargo, para los estadounidenses es un día importante, más incluso que la Navidad, porque es el Día de Acción de Gracias. Es una festividad que celebran por todo lo alto con el clásico y archifamoso desfile de carrozas, bailarines, músicos, globos gigantes de personajes infantiles, con representaciones de los musicales de Broadway… bueno bueno bueno.… y lo viven con una emoción asombrosa. Un evento al que acuden multitud de personas y que es conocido en el mundo entero. Después, una vez que termina el desfile por lo visto las calles de la ciudad quedan vacías ya que las familias se apresuran para ir a sus casas a preparar la tradicional cena, o mejor dicho, la hiper-mega cena. Es la excusa perfecta para reunir a familiares y/o amigos y recordar la importancia de dar las gracias por las cosas que tenemos y valorarlas. Pero no solo en lo referente a lo material, pues es que los hay que viven más preocupados de los caprichos que no tienen que de disfrutar de lo que la vida les ofrece. Es saber apreciar cosas que de normal ni nos paramos a pensar porque forman parte de nuestra cotidianidad, por ejemplo, solo el hecho de abrir un grifo y que salga agua… pulsar un interruptor y que se encienda la luz… o poder dormir en una cama… es decir, todas esas cosas básicas que son de lo más habitual y que, sin embargo, sabemos que hay personas que no gozan de ese privilegio. Por eso, en acto de humildad, se reúnen para agradecer y valorar lo que tienen y que podrían perfectamente no tener. También es un buen momento para que las familias dejen a un lado viejas rencillas y mantenerse unidos.

Por tanto, digo yo, ya que hemos adoptado Halloween, Papa Noel o el Black Friday….. ya no nos vendrá de otra más. Pienso que quizá celebrar este día nos vendría bien a todos, pues en una sociedad, y sin ánimo de generalizar, que vive acelerada, en la que se han ido perdiendo muchos valores y donde imperan los -ismo en sentido negativo, es decir, egoísmo, vandalismo, clasismo, racismo, quemeimportismo…… y otros tantos, pues no estaría de más intentar recuperar algunos de esos valores extraviados, entre ellos, la gratitud. En mi opinión, el ser agradecido es uno de los actos más nobles del ser humano, pero es una virtud que no todo el mundo posee o no quiere poseer.  Es por ello que esta festividad quizá ayudaría a reflexionar para intentar sacar lo mejor de cada uno y así lograr que imperen los -ismo  pero en sentido positivo, es decir, compañerismo, civismo, altruismo, …. aunque solo fuera por un día. Ahí lo dejo.  Y es que, o  ponemos de nuestra parte o, perdón por la expresión, se va todo al carajo.

En fin, que no os voy a dar más la peta, todos sabemos cómo están las cosas. Podría seguir hablando del tema porque hay para rato pero hoy vengo a hablaros de una de las tartas que suelen prepararse para endulzar esas cenas de Acción de Gracias. Se trata de la tarta de nueces pecanas. Deliciosa toda ella, pero ligth, lo que se dice ligth pues como que no lo es y eso que no le vamos a añadir azúcar al relleno pues para mi gusto no le hace falta, que la receta original lleva toneladas…. Y digo yo…. estos americanos deben tener un estómago a prueba de bomba no? porque…. si después de meterse entre pecho y espalda una buena porción de pavo asado con su relleno de castañas, piñones, manzana, carne picada…. acompañado de salsa de arándanos rojos y puré de patata, más su correspondiente guarnición de verduritas y hortalizas varias, panecillos de maíz..… sin olvidarnos de los vinos, la sidra de manzana, el ponche de huevo…. ufff que estrés….  no perdonan los postres entre los que se encuentran la tarta de manzana, la de calabaza y la de nueces pecanas, xDios… yo creo que si me como todo eso, me tienen que ingresar, así directamente, sin pasar por la casilla de salida…. y eso que tengo un buen saque! ahajjah 😉

Os cuento cómo hacerla. Mirad, necesitamos: 

Para la masa quebrada de la tartaleta (molde 23-25 cm diámetro):

250 g harina

130 g mantequilla fría 

30 g azúcar

1 yema “L”

2 c/s de agua helada

1 cdta. esencia vainilla

Para el relleno:

2 huevos “L”

150 g sirope de arce

55 g mantequilla derretida

1 cda. esencia vainilla

1 cdta. canela en polvo

1 pizca de sal 

10 g harina de maíz

100 g de nueces troceadas

100 g nueces para decorar (aprox)

Comenzamos haciendo la masa quebrada. Como su nombre indica es una masa muy quebradiza, una vez que está horneada tiene ese puntito crunchy que es lo que la diferencia de otras masas, a mí me encanta. Bien, pues en un recipiente amplio mezclamos la harina junto con el azúcar y la mantequilla fría cortada en dados pequeños. Con las yemas de los dedos vamos a ir pellizcando los ingredientes hasta conseguir una especie de migas.

Es importante que durante el proceso la mantequilla no se derrita con el calor de nuestras manos, por lo que si vemos que empieza a quedar muy blandita meteremos la masa en la nevera unos 10 minutos (esto en invierno no nos pasará). Añadimos unas gotas de esencia de vainilla, la yema de huevo y las dos cucharadas de agua. Más importante aún: no hay que amasar como si hiciéramos pan, solo lo justo para cohesionar, ya que no queremos que se desarrolle el gluten ni que se derrita la mantequilla. Si el gluten empieza a desarrollarse no lograremos una masa crujiente sino chiclosa. Por ello, la forma correcta de hacerlo es ir juntando la masa con las manos hasta que no queden migas sueltas y una vez unida darle un par de meneos de amasado y formar una bola.

Para hacer casos va genial tener una amasadora o un robot de cocina ya que la masa se elabora con rapidez y la mantequilla se mantiene fría. Si la vamos a hacer en amasadora utilizaremos el accesorio de pala. Pero vamos, ya os digo que sin maquinaria queda igual de bien, de hecho yo esta vez la he formado a mano porque no me apetecía ensuciar la amasadora. Formamos una bola que envolvemos en film y llevamos a enfriar a la nevera un ratito, sobre 1/4 h, no mucho más porque endurecerá demasiado y nos costará estirarla. 

Sacamos la masa de la nevera y con ayuda de un rodillo y entre dos papeles de hornear la estiramos procurando darle forma circular dejándola de un grosor de unos 4 mm y con un diámetro superior al del molde. Engrasamos el molde y colocamos papel vegetal en la base y en las paredes para evitar que se pegue la masa, pues de lo contrario luego a la hora de hacer las porciones se nos puede romper al ser tan quebradiza. A la hora de colocar la masa en el molde, hay una forma muy fácil de hacerlo que consiste en enrollar la masa sobre el rodillo y desenrollarla sobre el molde. Después con las manos la vamos acoplando pero sin presionar demasiado. Le damos un poco de forma en el borde superior como unas onditas o, si nos ha sobrado masa,  podemos hacerle algún adorno por ejemplo un trenzado…. lo que nos apetezca y queramos en ese momento. Pinchamos la base para que no se infle durante el horneado y llevamos nuevamente a la nevera durante unos 30 minutos para que esté bien fría a la hora de hornearla, esto es primordial para que la masa no se encoja.

Precalentamos el horno a 175ºC con calor arriba y abajo. Vamos a hacer un horneado en blanco o, lo que es lo mismo, cocinar la masa sin el relleno.  Por una razón muy sencilla y es que, si no lo hacemos así y ponemos directamente el relleno en la masa cruda, la humedad del relleno será absorbida por la masa y el resultado será una base de tarta empapada y blandurria en lugar de crujiente y hojaldrada. Y no me digáis que no es frustrante que después de haberla elaborado con todos los detalles para que nos quede divina de la muerte, se nos vaya al traste por ser unos correndillas. Si el relleno no fuese tan líquido podemos ponerlo directamente sobre la masa cruda, pero en este caso no os lo recomiendo. Bien, pues para que la masa no se infle en el horno, aparte de pinchar la base le vamos a poner peso encima.  Así pues, le colocamos una hoja de papel vegetal arrugada y encima ponemos unas legumbres secas. Venden unas bolas de porcelana expresamente pensadas para esto pero con los garbanzos nos apañamos igual de bien. Luego no los tiréis a la basura, los dejáis enfriar y guardáis en un tarro de cristal para otras veces.

Y ahora otro truquito que viene muy bien: ponemos una hoja papel vegetal encima para evitar que se requemen los bordes de la masa pues eso luego deja un regustillo que no mola nada.  Introducimos el molde en el horno, concretamente en el segundo nivel comenzando por abajo. Horneamos 10 minutos, retiramos del horno, quitamos con cuidado el papel con los garbanzos y horneamos otros 10 minutos más (sin olvidarnos de taparla nuevamente con el papel vegetal)

Mientras tanto vamos a preparar el relleno, veréis qué sencillo, en cinco minutos lo tendremos listo. En un bol batimos los huevos con varillas. A continuación añadimos la esencia de vainilla, la canela, la pizca de sal, el sirope de arce, la harina de maíz y la mantequilla derretida. Mezclamos hasta que estén bien integrados y sin grumos de harina. Finalmente añadimos las nueces troceadas. Voilà!

Una vez que tenemos hecho el horneado en blanco retiramos la tartaleta del horno y vertemos el relleno dentro.

Las nueces que teníamos reservadas para decorar las vamos a ir colocando graciosamente por encima formando un dibujo o de forma desordenada, como más os guste. No os preocupéis porque no se van a hundir ya que las nueces troceadas que lleva el relleno floten en la superficie y van a hacer de colchón 😉

Llevamos de nuevo al horno a cuajar durante unos 30 minutos a 175ºC con calor solo abajo. Esta vez también cubrimos con papel vegetal por lo que os decía antes. Una vez ha terminado el tiempo, veremos que el relleno se inflado un poco, vamos bien. Dejamos la tarta dentro del horno con la puerta entreabierta un ratito para que se vaya desinflando poco a poco y así evitaremos que se nos formen grietas por la diferencia de temperatura. Retiramos del horno definitivamente y dejamos enfriar sobre una rejilla para evitar que se acumule vapor en la base y se humedezca. Pincelamos ligeramente con sirope de arce para darle un pelín de brillo. 

Lo ideal es prepararla el día anterior para que el relleno esté más firme. Mi recomendación, tomarla a temperatura ambiente. Y la verdad, no es que yo quiera daros una sobredosis de calorías, pero esta tarta….. acompañada de una bola de helado de vainilla…. es….. lo más. 

Que la disfrutéis. Por cierto, qué opináis de adoptar esta fiesta? Qué es lo que vosotros agradeceríais? Yo de momento agradezco el poder tomar este pedacito de tarta que me tiene enamorada totalmente, bueno…. en realidad, todas los dulces que lleven masa quebrada me pirran, pero es que esta tarta está especialmente rica.

Hasta la próxima y que seáis felices. Besos

Ali

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